La reina Letizia, junto al rey Felipe VI y la reina Sofía, acudió este lunes a la Nunciatura Apostólica en Madrid para rendir homenaje al papa Francisco tras su fallecimiento a los 88 años. La noticia de la muerte del pontífice, cuya salud se había visto seriamente afectada en los últimos meses por una neumonía bilateral, ha conmocionado al mundo entero. Mandatarios, casas reales y ciudadanos de todas partes han enviado sus condolencias. En este contexto solemne, hubo un gesto que no pasó desapercibido, y es que mientras el rey firmó en el libro de condolencias, la reina Letizia no lo hizo.
Esta ausencia ha despertado preguntas. En un acto cargado de simbolismo y recogimiento, el gesto del monarca contrastó con la decisión de la reina Letizia de no dejar constancia escrita en el libro que homenajeaba al papa Francisco. Vestida de riguroso luto y con el porte que la caracteriza, acompañó el momento, saludó con cercanía a los presentes y mostró su respeto durante la visita a la capilla, pero sin firmar. ¿Fue una decisión personal? ¿Una cuestión de protocolo? Las razones no se han hecho públicas, pero el detalle ha generado cierta sorpresa y especulación.
3Un protocolo que deja margen a lo personal

La Casa Real española sigue un protocolo estricto, pero deja también cierto espacio para que cada miembro actúe según su criterio. La reina Letizia, con su experiencia como periodista y su fuerte sentido del deber, sabe bien cómo medir cada paso. La firma del libro de condolencias no es una obligación, sino un gesto simbólico. Y en este caso, la elección de no firmar puede interpretarse simplemente como una forma de mantener su estilo reservado y respetuoso.
Mientras el rey Felipe VI tomaba la palabra en nombre de toda la institución, la reina Letizia optó por el silencio. Un silencio que también puede hablar. Su presencia, su actitud y su participación en el homenaje dejan claro su respeto por el papa Francisco, sin necesidad de rubricarlo. En medio del dolor colectivo, la reina Letizia se mantuvo fiel a su carácter: sobria, firme y perfectamente consciente de cada uno de sus gestos públicos.