domingo, 27 abril 2025

La DGT avisa del peligro de llevar chanclas o tacones al conducir, la multa puede ser la menor de tus preocupaciones

El verano invita a relajarse, a buscar la comodidad en cada gesto, y nuestros pies no son una excepción. Llega el calor y, casi por instinto, sustituimos el calzado cerrado por opciones más frescas como las chanclas o sandalias, mientras que otras ocasiones pueden requerir el uso de elegantes tacones; sin embargo, lo que parece una elección inofensiva para caminar por la calle se transforma en un riesgo considerable al sentarnos al volante, un toque de atención que la DGT no se cansa de repetir año tras año. La comodidad momentánea puede tener consecuencias que van mucho más allá de una simple multa, afectando directamente a nuestra capacidad para reaccionar ante imprevistos en la carretera, convirtiendo un trayecto rutinario en una situación potencialmente peligrosa para nosotros y para los demás.

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La cuestión no es baladí, pues aunque pueda parecer una exageración para algunos, la física y la ergonomía no engañan. Conducir exige precisión, sensibilidad en los pies para modular el acelerador y el freno, y una sujeción adecuada que permita movimientos rápidos y seguros. Un calzado inapropiado, ya sea por su falta de sujeción como las chanclas o por la postura antinatural que imponen los tacones, interfiere directamente con estas necesidades básicas, comprometiendo nuestra habilidad para controlar el vehículo eficazmente. Ignorar estas advertencias, a menudo lanzadas por la DGT a través de sus campañas de concienciación, es jugar con fuego en un entorno donde un segundo de vacilación o un error de cálculo pueden marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.

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TACONES DE AGUJA Y PLATAFORMAS: ELEGANCIA REÑIDA CON LA SEGURIDAD VIAL

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Si las chanclas pecan por defecto de sujeción, los tacones lo hacen por exceso de artificio y por alterar radicalmente la postura natural del pie. Conducir con tacones altos, especialmente los de aguja, supone un desafío considerable para el control del vehículo. El punto de apoyo se concentra en una superficie mínima, lo que dificulta enormemente aplicar la fuerza necesaria sobre los pedales de manera constante y controlada, además de reducir drásticamente la sensibilidad para sentir el recorrido del embrague, freno o acelerador. El talón elevado fuerza una posición incómoda y poco ergonómica que puede derivar en fatiga muscular y calambres.

No solo los tacones de aguja son problemáticos; las plataformas, aunque aparentemente más estables, también presentan inconvenientes significativos. Su suela gruesa y rígida aísla al pie de los pedales, eliminando cualquier atisbo de tacto y precisión en la conducción. Existe, además, el riesgo añadido de que el tacón o la plataforma se enganchen en la alfombrilla o queden atrapados bajo los pedales, impidiendo una reacción rápida ante una situación imprevista. La DGT insiste en que la seguridad debe primar sobre la estética, y este tipo de calzado es un claro ejemplo de cómo una elección de vestuario puede comprometer gravemente nuestra seguridad y la de los demás en la carretera.

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