sábado, 26 abril 2025

La DGT avisa del peligro de llevar chanclas o tacones al conducir, la multa puede ser la menor de tus preocupaciones

El verano invita a relajarse, a buscar la comodidad en cada gesto, y nuestros pies no son una excepción. Llega el calor y, casi por instinto, sustituimos el calzado cerrado por opciones más frescas como las chanclas o sandalias, mientras que otras ocasiones pueden requerir el uso de elegantes tacones; sin embargo, lo que parece una elección inofensiva para caminar por la calle se transforma en un riesgo considerable al sentarnos al volante, un toque de atención que la DGT no se cansa de repetir año tras año. La comodidad momentánea puede tener consecuencias que van mucho más allá de una simple multa, afectando directamente a nuestra capacidad para reaccionar ante imprevistos en la carretera, convirtiendo un trayecto rutinario en una situación potencialmente peligrosa para nosotros y para los demás.

Publicidad

La cuestión no es baladí, pues aunque pueda parecer una exageración para algunos, la física y la ergonomía no engañan. Conducir exige precisión, sensibilidad en los pies para modular el acelerador y el freno, y una sujeción adecuada que permita movimientos rápidos y seguros. Un calzado inapropiado, ya sea por su falta de sujeción como las chanclas o por la postura antinatural que imponen los tacones, interfiere directamente con estas necesidades básicas, comprometiendo nuestra habilidad para controlar el vehículo eficazmente. Ignorar estas advertencias, a menudo lanzadas por la DGT a través de sus campañas de concienciación, es jugar con fuego en un entorno donde un segundo de vacilación o un error de cálculo pueden marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.

1
CHANCLAS AL VOLANTE: EL PELIGRO DESCALZO DISFRAZADO

Fuente: Pexels

Las chanclas, ese símbolo universal del verano y el relax playero, son quizás el enemigo número uno de la conducción segura en lo que al calzado se refiere. Su diseño, pensado para la comodidad al caminar distancias cortas sobre superficies planas, se revela tremendamente inadecuado para la tarea de manejar los pedales de un coche. La principal problemática reside en su nula sujeción al pie, lo que provoca que puedan deslizarse, doblarse o incluso salirse por completo en el momento más inoportuno, como al realizar una frenada de emergencia o al cambiar rápidamente del acelerador al freno. Esta falta de firmeza se traduce en una pérdida de control y de tiempo de reacción que puede resultar fatal.

Además del riesgo de deslizamiento, la fina suela de la mayoría de las chanclas dificulta sentir adecuadamente la presión ejercida sobre los pedales, impidiendo una modulación precisa de la velocidad o la frenada. Pueden engancharse en los propios pedales o en la alfombrilla, bloqueando el pie o impidiendo el movimiento necesario para una conducción fluida y segura. Es una trampa de comodidad que la DGT identifica claramente como un factor de riesgo, ya que cualquier elemento que merme la capacidad del conductor para controlar su vehículo es, por definición, peligroso, independientemente de que esté explícitamente prohibido nombrar ese tipo de calzado en la normativa.

Atrás
Publicidad
Publicidad