Resulta casi inevitable sentir que nuestros pasos digitales dejan una huella imborrable, una especie de diario íntimo que no escribimos conscientemente. La omnipresencia de Facebook en el ecosistema digital moderno va mucho más allá de las publicaciones que compartimos o los ‘me gusta’ que repartimos, adentrándose en terrenos que muchos usuarios desconocen por completo. Esta sensación de vigilancia sutil pero constante genera una inquietud creciente en una sociedad cada vez más consciente de la importancia de su privacidad.
Poca gente es consciente de que existe una función específica diseñada para recopilar información sobre nuestra interacción con otras empresas y organizaciones fuera de la propia plataforma, una práctica que alimenta directamente sus potentes algoritmos publicitarios. Este flujo de datos, conocido como ‘Actividad fuera de Facebook’, opera en segundo plano, tejiendo una red de información personal que puede resultar abrumadora cuando se descubre. La buena noticia es que, aunque oculta, existe la posibilidad de gestionar y limitar este intercambio de información, recuperando una parcela de control sobre nuestra privacidad digital.
2LA TELARAÑA INVISIBLE: ¿CÓMO LLEGA TU INFORMACIÓN A MANOS DE FACEBOOK?

La transferencia de información se produce de manera casi invisible para el usuario medio, a través de pequeños fragmentos de código implementados en millones de sitios web y aplicaciones. El Píxel de Facebook, por ejemplo, registra acciones específicas como añadir un producto al carrito o completar una compra, enviando estos detalles directamente a los servidores de la compañía. De forma similar, muchas aplicaciones móviles integran herramientas que notifican a la red social cuándo las abrimos o qué acciones realizamos dentro de ellas, especialmente si usamos la opción ‘Iniciar sesión con Facebook’.
Además de la información recopilada directamente a través de sus herramientas, la red de datos se nutre también de acuerdos con terceros y agregadores de datos, empresas especializadas en recopilar y vender información de consumidores. Esto significa que, incluso si una web o app no usa directamente las herramientas de Facebook, nuestra actividad podría llegar a la plataforma a través de intermediarios. La magnitud de esta red de intercambio de información es difícil de calibrar, pero afecta a una parte sustancial de la actividad digital cotidiana de miles de millones de personas.