viernes, 25 abril 2025

Si escuchas esto al teléfono de tu banco, cuelga y bloquea por esta razón

La delincuencia telefónica evoluciona a un ritmo vertiginoso y cada vez resulta más complicado distinguir una llamada legítima de una fraudulenta. El banco suele ser el objetivo preferido de los ciberdelincuentes debido a la información sensible y el acceso directo a nuestros fondos que podemos proporcionarles sin darnos cuenta. Los estafadores han perfeccionado técnicas como el vishing, una modalidad de phishing que utiliza llamadas telefónicas para manipular a las víctimas y obtener datos confidenciales o realizar transferencias fraudulentas.

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Las autoridades españolas han detectado un preocupante aumento de estas prácticas durante los últimos meses, con miles de afectados en todo el territorio nacional. Este tipo de estafas telefónicas bancarias se han sofisticado tanto que incluso personas con conocimientos tecnológicos avanzados caen en la trampa, ya que los delincuentes emplean técnicas de ingeniería social extremadamente convincentes y conocen a la perfección los procedimientos internos que utilizan las entidades financieras con sus clientes.

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EL VISHING: UNA AMENAZA INVISIBLE QUE SE CUELA POR EL TELÉFONO

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El vishing combina «voice» y «phishing» para describir este fraude que llega directamente a nuestros teléfonos móviles o fijos. Los estafadores suplantan la identidad de empleados de un banco utilizando técnicas de spoofing que modifican el número de origen, haciendo que en nuestro identificador de llamadas aparezca el número oficial de la entidad. Este detalle resulta especialmente peligroso porque genera una falsa sensación de seguridad en la víctima, que cree estar hablando con un interlocutor legítimo.

Las llamadas suelen iniciarse con un pretexto alarmante: movimientos sospechosos en la cuenta, un intento de fraude que deben detener o un problema de seguridad que requiere acción inmediata. El supuesto empleado del banco conoce nuestros datos básicos y utiliza terminología financiera profesional, lo que refuerza la credibilidad de la comunicación. A partir de ahí, comienza un proceso de manipulación psicológica donde el tiempo, la urgencia y el miedo a perder dinero juegan en contra de la víctima.

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