Las filloas gallegas son una delicia tradicional que ha perdurado en la memoria colectiva de los pueblos de la Comunidad de Galicia. Estos dulces, de textura suave y sabor delicado, son una auténtica joya gastronómica heredada de generaciones pasadas. A menudo asociadas a celebraciones y reuniones familiares, las filloas gallegas no solo conquistan por su sabor, sino también por el vínculo emocional que despiertan. Su elaboración artesanal, con ingredientes sencillos pero cuidados, refleja el alma de la repostería tradicional valenciana.
Aunque no se encuentran fácilmente en pastelerías comerciales, las filloas gallegas siguen vivas en las cocinas de abuelas, madres y amantes de la tradición. Recuperar esta receta es, en cierto modo, rendir homenaje a una forma de entender la cocina, con tiempo, paciencia y cariño. No se trata solo de cocinar, sino de transmitir cultura. Aprender a hacer fillos de manteca es una invitación a viajar a través del paladar, conectando con una tierra rica en historia y sabores.
1Ingredientes para unas deliciosas filloas gallegas

Para preparar las filloas gallegas, no se necesitan ingredientes sofisticados, pero sí es fundamental elegir productos de buena calidad. La receta básica incluye harina, huevos, azúcar leche y un toque de anís o ralladura de limón para perfumar la masa. Algunos hogares también incorporan un poco de levadura y, por su puesto aceite de oliva suave para freír las filloas.
La cantidad exacta puede variar ligeramente según la receta familiar, pero lo esencial es respetar la proporción que da esa textura característica, que es suave por dentro y ligeramente crujiente por fuera. Las filloas gallegas no buscan ser empalagosas; su encanto radica en su equilibrio, en cómo se mezclan de forma perfecta todos los ingredientes sin que ninguno le robe protagonismo al otro. En su versión más auténtica, ni siquiera llevan relleno. Su sencillez es precisamente su mayor virtud.