jueves, 24 abril 2025

El código oculto en la etiqueta de tu fruta favorita que desvela su ‘oscuro’ origen y pocos conocen

Cada vez que compramos fruta en el supermercado, sostenemos entre nuestras manos un pequeño enigma que pasa desapercibido para la mayoría de los consumidores. En la discreta etiqueta adhesiva que adorna manzanas, plátanos o peras se esconde un código numérico que revela información crucial sobre su origen y producción. Este sistema de codificación PLU (Price Look-Up) contiene secretos sobre la etiqueta que pocas personas conocen y que podría cambiar radicalmente la forma en que seleccionamos nuestros alimentos.

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Desde los años 90, la Federación Internacional para los Estándares de Productos (IFPS) estableció un sistema de códigos para hacer más sencilla la identificación de frutas, verduras y otros productos frescos. Lo que muchos ignoran es que estas pequeñas pegatinas no solo facilitan el trabajo de cajeros y distribuidores, sino que pueden advertirnos sobre métodos de cultivo potencialmente controvertidos y orígenes que las grandes cadenas prefieren no destacar en sus campañas publicitarias.

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EL CÓDIGO TRANSGÉNICO QUE LA INDUSTRIA PREFIERE OCULTAR

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Lo que realmente pocos consumidores conocen es la existencia de otro código en el sistema PLU: el número 8 como prefijo. Según estableció la IFPS, cuando una etiqueta muestra cinco dígitos comenzando con el número 8, estamos ante un producto genéticamente modificado u organismo transgénico. Por ejemplo, un plátano transgénico debería llevar el código 84011, en lugar del estándar 4011. Esta información, vital para muchos consumidores preocupados por su alimentación, rara vez aparece en las frutas que compramos.

¿Por qué es tan difícil encontrar estos códigos en nuestros supermercados? La respuesta tiene que ver con estrategias comerciales y regulaciones laxas en materia de etiquetado. Aunque el sistema está diseñado para proporcionar transparencia, la realidad es que la industria alimentaria prefiere no destacar el origen transgénico de sus productos, sabiendo que muchos consumidores tienen reservas sobre estos alimentos. Además, en muchos países el etiquetado de transgénicos no es obligatorio o cuenta con umbrales de tolerancia que permiten su presencia sin declaración.

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