Los electrodomésticos han revolucionado nuestra forma de cocinar y conservar los alimentos en las últimas décadas, convirtiéndose en aliados imprescindibles de la vida moderna. La comida preparada, recalentada o descongelada mediante estos aparatos forma parte de nuestra rutina diaria, especialmente cuando el ritmo frenético de la vida nos deja poco tiempo para cocinar. Sin embargo, no todos los productos son aptos para este tipo de procesamiento, y algunos pueden representar verdaderos peligros para nuestra salud o integridad física.
Aunque el microondas sea uno de los inventos más prácticos del siglo XX, su uso inadecuado puede derivar en situaciones desde desagradables hasta potencialmente letales. Ciertos alimentos, debido a su composición, estructura o estado de conservación, reaccionan de manera impredecible cuando son sometidos a las microondas, pudiendo provocar explosiones dentro del aparato o, peor aún, desarrollar sustancias tóxicas que comprometen seriamente nuestra salud. Los expertos en seguridad alimentaria llevan años advirtiendo sobre estos riesgos. Conocer qué productos nunca deben introducirse en este electrodoméstico resulta fundamental para evitar accidentes domésticos o intoxicaciones que podrían acabar en urgencias.
3POLLO RECALENTADO: CUANDO EL MICROONDAS MULTIPLICA LAS BACTERIAS

El pollo, uno de los protagonistas indiscutibles de nuestra dieta por su versatilidad y aporte nutricional, se convierte en un potencial enemigo para nuestra salud cuando lo recalentamos incorrectamente. La carne de ave contiene naturalmente una carga bacteriana que, si no se elimina mediante una cocción adecuada, puede multiplicarse rápidamente y causar intoxicaciones alimentarias graves. El problema surge cuando utilizamos el microondas para recalentar restos de pollo, ya que este electrodoméstico no siempre garantiza un calentamiento uniforme y pueden quedar «zonas frías» donde las bacterias sobreviven e incluso proliferan. Salmonella y Campylobacter son dos de los patógenos más comunes asociados a este tipo de intoxicaciones.
Los expertos en seguridad alimentaria recomiendan extremar las precauciones cuando se trata de recalentar comida a base de pollo. Si es imprescindible usar el microondas, debemos asegurarnos de que el alimento alcance una temperatura mínima de 74°C en todas sus partes, removiéndolo a mitad del proceso para garantizar un calentamiento homogéneo. Lo ideal, sin embargo, es recurrir a métodos más tradicionales como el horno convencional o la sartén, que permiten un control más preciso de la temperatura. Los restaurantes profesionales siguen protocolos estrictos para el recalentado de aves que raramente pueden replicarse en un entorno doméstico con un simple microondas. La prudencia aconseja que, en caso de duda, mejor desechar los restos de pollo que arriesgarse a una intoxicación.