Las freidoras de aire se han convertido en la estrella indiscutible de muchas cocinas españolas, prometiendo platos crujientes con menos aceite y en tiempo récord. Sin embargo, un reciente aviso de la OCU pone el foco en un aspecto crucial que a menudo pasamos por alto, la limpieza de sus componentes internos más allá de la simple cesta extraíble. Parece que la comodidad que ofrecen estos aparatos nos lleva a veces a olvidar que, como cualquier electrodoméstico, requieren un mantenimiento adecuado para funcionar de forma segura y eficiente, evitando sustos innecesarios que podrían tener consecuencias serias.
El quid de la cuestión reside en dos elementos clave que suelen quedar ocultos a la vista: la resistencia que genera el calor y el ventilador que distribuye el aire caliente por todo el habitáculo. La advertencia lanzada se centra precisamente en el peligro que supone no limpiar correctamente estas piezas fundamentales. La acumulación de grasa y restos de comida en estas zonas, un proceso insidioso que ocurre con cada uso, puede transformarse en una fuente de problemas que van desde humos molestos hasta, en el peor de los casos, un riesgo real de incendio que pocos usuarios contemplan al disfrutar de sus patatas fritas «saludables».
4MANOS A LA OBRA: GUÍA RÁPIDA (Y SEGURA) PARA LIMPIAR LO OCULTO

Afrontar la limpieza de la resistencia y el ventilador puede parecer intimidante, pero es más sencillo y seguro de lo que parece si se siguen unos pasos básicos. Lo primero y más importante es asegurarse de que la freidora esté completamente fría y, por supuesto, desconectada de la corriente eléctrica para evitar cualquier riesgo de descarga o encendido accidental. Una vez garantizada la seguridad, se puede proceder a inspeccionar la zona superior interna, utilizando una linterna si es necesario para ver bien el estado de la resistencia y el ventilador. La OCU siempre recomienda priorizar la seguridad en cualquier tarea de mantenimiento doméstico.
Para la limpieza en sí, generalmente basta con utilizar un paño húmedo bien escurrido o una esponja suave para retirar los restos de grasa superficiales; si la suciedad está más incrustada, se puede usar un cepillo de cerdas suaves (nunca metálico, para no dañar la resistencia). Es crucial evitar que el agua penetre en los componentes eléctricos, por lo que la humedad debe ser mínima y controlada. Consultar el manual de instrucciones del fabricante es siempre la mejor guía, ya que puede ofrecer indicaciones específicas para cada modelo, un consejo que la OCU también suele dar a los consumidores.