Las freidoras de aire se han convertido en la estrella indiscutible de muchas cocinas españolas, prometiendo platos crujientes con menos aceite y en tiempo récord. Sin embargo, un reciente aviso de la OCU pone el foco en un aspecto crucial que a menudo pasamos por alto, la limpieza de sus componentes internos más allá de la simple cesta extraíble. Parece que la comodidad que ofrecen estos aparatos nos lleva a veces a olvidar que, como cualquier electrodoméstico, requieren un mantenimiento adecuado para funcionar de forma segura y eficiente, evitando sustos innecesarios que podrían tener consecuencias serias.
El quid de la cuestión reside en dos elementos clave que suelen quedar ocultos a la vista: la resistencia que genera el calor y el ventilador que distribuye el aire caliente por todo el habitáculo. La advertencia lanzada se centra precisamente en el peligro que supone no limpiar correctamente estas piezas fundamentales. La acumulación de grasa y restos de comida en estas zonas, un proceso insidioso que ocurre con cada uso, puede transformarse en una fuente de problemas que van desde humos molestos hasta, en el peor de los casos, un riesgo real de incendio que pocos usuarios contemplan al disfrutar de sus patatas fritas «saludables».
1EL CORAZÓN CALIENTE DE LA FREIDORA: MÁS ALLÁ DE LA CESTILLA

Cuando pensamos en limpiar la freidora de aire, nuestra atención se dirige casi instintivamente a la cesta y la cubeta, esas partes extraíbles que entran en contacto directo con los alimentos. Es lógico, son las que muestran la suciedad más evidente, los restos de la última tanda de alitas o el aceite residual de unas croquetas. Sin embargo, el verdadero motor de la máquina reside más arriba, en ese tándem formado por la resistencia eléctrica, encargada de alcanzar altas temperaturas, y el ventilador, responsable de crear esa corriente de aire que cocina los alimentos de manera uniforme y les da ese toque crujiente tan deseado. La OCU insiste en la importancia de no descuidar estos componentes vitales.
El problema radica en que, durante el proceso de cocción, los vapores cargados de minúsculas partículas de grasa ascienden inevitablemente hacia la parte superior del aparato. Allí, estas partículas se adhieren a la superficie caliente de la resistencia y a las aspas del ventilador, acumulándose uso tras uso. Al principio, esta capa de grasa puede ser invisible o parecer insignificante, pero con el tiempo se solidifica y se convierte en un residuo pegajoso y potencialmente peligroso, un caldo de cultivo perfecto para los problemas que la propia OCU ha señalado en sus comunicaciones sobre seguridad doméstica.