Málaga, famosa por sus playas, clima cálido y rica oferta cultural, es la base perfecta para visitar algunos tesoros escondidos impresionantes que se encuentran a solo unos pocos kilómetros del centro de la ciudad. Entre suaves colinas y paisajes salpicados de olivos, se encuentra un pueblo que parece haber escapado del tiempo, donde el arte y la historia se mezclan con la vida cotidiana. Un rincón que, a pesar de estar lejos del bullicio de la ciudad, tiene vida propia, gracias a su legado y al entusiasmo de sus habitantes.
Para los viajeros a Málaga que buscan más que sol y playa, este pueblo cercano se convertirá inevitablemente en una visita obligada. Una ciudad donde cada calle estrecha cuenta una historia, donde las curvas encaladas se entremezclan con murales artísticos, donde los museos de tamaño local sorprenden por su profundidad y autenticidad. Sin duda, es un espacio en el que se respira el pasado y se hace arte contemporáneo sin olvidar sus raíces.
2Un legado histórico palpable

Más allá de su atractivo visual, el pueblo cercano a Málaga, ofrece rastros históricos que nos recuerdan un pasado intrincado y fascinante. Una vez centro de comunidades musulmanas, Frigiliana fue el sitio de la rebelión de las Alpujarras, un conflicto que dejó una marca profunda en la historia de la región. Hoy en día, parte de esa memoria está viva en sus museos y en la arquitectura perdurable.
Entre los símbolos históricos del lugar se encuentra el Palacio de los Condes de Frigiliana, o El Ingenio, un edificio del siglo XVI que ahora funciona como una fábrica de miel de caña de azúcar, la única en Europa. Esta mezcla de historia, tradición y producción artesanal es parte vital del pueblo. Para los viajeros a Málaga en búsqueda de cultura, esto es algo que no se pueden perder y que lo tiene todo literalmente.