sábado, 19 abril 2025

La OCU alerta sobre el ‘engaño’ de las etiquetas ‘eco’ o ‘bio’ en este producto que compras a diario

El pasillo del supermercado se ha convertido en una jungla de reclamos verdes, donde las etiquetas ‘eco’, ‘bio’ o ‘natural’ florecen en envases de todo tipo, prometiendo un mundo más limpio y una conciencia más tranquila. La reciente advertencia de la OCU sobre el posible engaño detrás de muchas de estas afirmaciones en productos cotidianos, como los de limpieza o cosmética, pone sobre la mesa una realidad incómoda: no todo lo que reluce con tipografía verde es realmente sostenible. Esta tendencia, conocida como greenwashing o lavado de imagen verde, aprovecha el creciente interés de los consumidores por opciones más respetuosas con el planeta, pero a menudo carece de un respaldo real y certificado.

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La confusión generada por esta avalancha de términos ambiguos es considerable, llevando a muchos a pagar un sobreprecio por artículos que, en esencia, no ofrecen las garantías medioambientales que pregonan. Identificar qué productos son genuinamente ecológicos requiere algo más que fijarse en un diseño atractivo o en palabras evocadoras; exige mirar la letra pequeña, buscar sellos oficiales reconocidos y, sobre todo, mantener un espíritu crítico ante mensajes publicitarios que apelan más a la emoción que a la evidencia contrastada. La falta de una regulación estricta en el uso de ciertos vocablos permite que el marketing se mueva en una zona gris, donde la sugerencia de sostenibilidad puede ser más potente que la propia sostenibilidad, y el consumidor bienintencionado acaba siendo el principal perjudicado.

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BELLEZA CON CONCIENCIA… O CON TRAMPA: EL MAQUILLAJE ‘BIO’ BAJO LA LUPA

Fuente Freepik

El sector de la cosmética no se queda atrás en el uso de estrategias de greenwashing, impulsado por la tendencia global hacia la «belleza limpia» o clean beauty. Términos como ‘orgánico’, ‘vegano’, ‘libre de crueldad animal’ o ‘natural’ se han convertido en poderosos argumentos de venta, pero su uso no siempre está respaldado por los rigurosos controles que exigiría una certificación oficial reconocida. La OCU advierte que, al igual que ocurre con los limpiadores, la cosmética autodenominada ‘bio’ o ‘eco’ puede esconder formulaciones que distan mucho de ser inocuas para el medio ambiente o incluso para la propia piel, pese a su apariencia saludable y natural.

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La diferencia entre un producto que simplemente contiene algún extracto vegetal y uno que está certificado como ecológico u orgánico es abismal. Las certificaciones implican auditorías externas que verifican no solo el origen de los ingredientes, sino también los procesos de fabricación, el embalaje y la ausencia de sustancias controvertidas, asegurando unos estándares mínimos de calidad y sostenibilidad que van mucho más allá de un simple eslogan publicitario. Consultar las bases de datos de organismos certificadores o las guías de compra que elabora periódicamente la OCU puede ser de gran ayuda para navegar por el complejo universo de la cosmética ‘verde’ y elegir con conocimiento de causa.

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