sábado, 19 abril 2025

El rincón de Castellón donde los templarios dejaron huella y los misterios siguen sin explicación

Entre los numerosos tesoros que esconde la geografía española, pocos lugares conjugan historia, misterio y belleza como lo hace Peñíscola. Este enclave mágico de Castellón conserva entre sus murallas siglos de historias entrelazadas con leyendas que aún hoy despiertan la curiosidad de quienes se adentran en sus callejuelas. La fortaleza que domina este peñón, convertido en península, ha sido testigo silencioso de episodios que van desde las gestas templarias hasta el retiro de un antipapa, configurando un legado patrimonial de incalculable valor.

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La costa mediterránea de Castellón guarda como su joya más preciada este municipio donde el tiempo parece haberse detenido en ciertos rincones. Peñíscola, con su castillo encaramado sobre un promontorio rocoso que se adentra en el mar, representa uno de los ejemplos más notables de arquitectura militar de la Orden del Temple en la península ibérica. Sus piedras centenarias esconden códigos y símbolos que los expertos continúan intentando descifrar, mientras las leyendas sobre pasadizos secretos y tesoros ocultos se transmiten de generación en generación, manteniendo vivo el aura de misterio que envuelve a este enclave histórico de la provincia de Castellón.

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CÓDIGOS CIFRADOS Y SÍMBOLOS OCULTOS BAJO LA PIEDRA MILENARIA

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Los muros del castillo de Peñíscola constituyen un verdadero palimpsesto donde se han ido inscribiendo, a lo largo de los siglos, mensajes cuyo significado trasciende el mero ornamento arquitectónico. Grabados que representan constelaciones, marcas de cantería con formas geométricas precisas y relieves con símbolos herméticos aparecen discretamente en diversos puntos de la fortaleza, sugiriendo la existencia de un lenguaje cifrado conocido únicamente por los iniciados en los secretos templarios. Estos elementos, lejos de ser casuales, parecen responder a un plan meticulosamente diseñado que vincula la arquitectura con el conocimiento astronómico y posiblemente con tradiciones esotéricas que la Orden del Temple habría preservado.

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La orientación misma del castillo de Castellón responde a patrones astronómicos precisos que no pueden atribuirse a la casualidad. Durante los solsticios y equinoccios, ciertos vanos y aberturas del edificio permiten el paso de la luz solar iluminando puntos específicos, creando efectos lumínicos de gran belleza y significado simbólico. Este fenómeno, documentado por investigadores contemporáneos, evidencia el profundo conocimiento que los constructores templarios tenían sobre los ciclos celestes y su interés por materializar este saber en sus construcciones. La presencia de estas «claves solares» en varios puntos del castillo de Peñíscola refuerza las teorías sobre la función del edificio como repositorio de conocimientos considerados demasiado avanzados o heterodoxos para la época.

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