Muchos españoles continúan con hábitos culinarios transmitidos de generación en generación sin cuestionar su validez. Este alimento que encontramos habitualmente en nuestras neveras esconde un peligro silencioso que pasa desapercibido para la mayoría de consumidores, convirtiendo una práctica aparentemente higiénica en un riesgo real para nuestra salud. La costumbre de lavar el pollo crudo antes de cocinarlo, lejos de eliminar contaminantes, puede convertir nuestra cocina en un foco de propagación bacteriana de consecuencias potencialmente graves.
La seguridad alimentaria es un tema que no suele acaparar titulares hasta que se produce una intoxicación masiva o algún brote que afecta a decenas de personas. Sin embargo, los expertos llevan años advirtiendo sobre prácticas domésticas erróneas que pueden comprometer nuestra salud, especialmente aquellas relacionadas con la manipulación de carnes crudas que albergan microorganismos patógenos. El desconocimiento generalizado sobre el comportamiento de estas bacterias lleva a muchas personas a realizar acciones contraproducentes en sus cocinas cada día, exponiendo a toda la familia a riesgos innecesarios.
2CAMPYLOBACTER: EL ENEMIGO INVISIBLE QUE ACECHA EN TU NEVERA

El Campylobacter es una bacteria que pasa desapercibida en los medios pero que causa más intoxicaciones alimentarias en España que la conocida Salmonella. Este microorganismo encuentra en el pollo crudo su hábitat preferido, convirtiéndose en un inquilino habitual de este alimento perecedero que compramos semanalmente. Las estadísticas sanitarias revelan que más del 70% de los casos de campilobacteriosis están relacionados con el consumo o la manipulación incorrecta de carne de ave, un dato que debería hacernos reflexionar sobre nuestras prácticas culinarias.
Las consecuencias de una infección por Campylobacter no son triviales y van mucho más allá de una simple diarrea pasajera. Los síntomas incluyen fiebre alta, dolores abdominales intensos y deshidratación, pudiendo derivar en complicaciones graves como el síndrome de Guillain-Barré en casos extremos pero no tan infrecuentes como podríamos pensar. Especialmente vulnerables son los niños pequeños, ancianos y personas con sistemas inmunológicos debilitados, para quienes una contaminación aparentemente menor puede convertirse en un problema de salud serio que requiera hospitalización.