sábado, 19 abril 2025

El alimento ‘cenicienta’ olvidado en tu cocina que es un tesoro antiinflamatorio, y cuesta céntimos

Escondido entre los recovecos de nuestras cocinas, ignorado y relegado a un papel secundario, existe un pequeño tesoro culinario de valor incalculable. Este alimento milenario, presente en prácticamente todos los hogares españoles, esconde propiedades medicinales tan potentes que muchos laboratorios farmacéuticos quisieran replicar en sus costosos medicamentos. Hablamos del humilde ajo, ese bulbo de aspecto poco atractivo que, peso a peso, podría considerarse uno de los productos más beneficiosos para nuestra salud.

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La ciencia moderna ha confirmado lo que nuestras abuelas ya sabían por intuición o tradición: el ajo es mucho más que un condimento. Sus compuestos activos, encabezados por la alicina, conforman un auténtico ejército bioquímico capaz de combatir inflamaciones, reducir el colesterol y fortalecer nuestras defensas naturales. Sin embargo, pese a costar apenas unos céntimos y estar al alcance de cualquiera, este superalimento sigue siendo la ‘cenicienta’ de nuestra despensa, infrautilizado y muchas veces limitado a dar sabor a guisos y salsas.

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CÓMO APROVECHARLO CORRECTAMENTE: DEL HUERTO A TU MESA

Fuente: Freepik

El error más común al cocinar con ajo es destruir sus principios activos antes de que puedan ejercer su efecto beneficioso. La alicina, responsable de gran parte de sus propiedades terapéuticas, se forma cuando machacamos o picamos el diente de ajo y exponemos sus células al aire. Sin embargo, esta molécula es extremadamente sensible al calor. Para aprovechar al máximo los beneficios antiinflamatorios de este alimento, conviene añadirlo a los platos al final de la cocción o, mejor aún, consumirlo crudo siempre que sea posible. La maceración en aceite de oliva es otra excelente estrategia, ya que los compuestos liposolubles del ajo se disuelven perfectamente en la grasa vegetal creando un potente remedio casero que conserva intactas la mayoría de sus propiedades medicinales durante varias semanas si se almacena correctamente. Este método tradicional mediterráneo representa una de las formas más eficaces de aprovechar sus beneficios.

Contra lo que muchos piensan, no es necesario consumir grandes cantidades de este alimento para beneficiarse de sus propiedades. Los estudios científicos indican que un solo diente de ajo al día (aproximadamente 3-4 gramos) es suficiente para obtener efectos terapéuticos significativos. Existen además numerosas formas de incorporarlo a nuestra dieta sin que su sabor resulte excesivamente invasivo. Desde la clásica tostada de pan con ajo y tomate hasta el alioli suave, pasando por los encurtidos o las infusiones. También podemos optar por variedades más suaves como el ajo negro, sometido a un proceso de fermentación que multiplica sus antioxidantes y suaviza notablemente su sabor, convirtiéndolo en una alternativa ideal para quienes rechazan el ajo convencional por su intensidad aromática pero no quieren renunciar a sus impresionantes beneficios para la salud inflamatoria y general. La versatilidad en su consumo es otra de sus grandes ventajas.

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