sábado, 19 abril 2025

El alimento ‘cenicienta’ olvidado en tu cocina que es un tesoro antiinflamatorio, y cuesta céntimos

Escondido entre los recovecos de nuestras cocinas, ignorado y relegado a un papel secundario, existe un pequeño tesoro culinario de valor incalculable. Este alimento milenario, presente en prácticamente todos los hogares españoles, esconde propiedades medicinales tan potentes que muchos laboratorios farmacéuticos quisieran replicar en sus costosos medicamentos. Hablamos del humilde ajo, ese bulbo de aspecto poco atractivo que, peso a peso, podría considerarse uno de los productos más beneficiosos para nuestra salud.

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La ciencia moderna ha confirmado lo que nuestras abuelas ya sabían por intuición o tradición: el ajo es mucho más que un condimento. Sus compuestos activos, encabezados por la alicina, conforman un auténtico ejército bioquímico capaz de combatir inflamaciones, reducir el colesterol y fortalecer nuestras defensas naturales. Sin embargo, pese a costar apenas unos céntimos y estar al alcance de cualquiera, este superalimento sigue siendo la ‘cenicienta’ de nuestra despensa, infrautilizado y muchas veces limitado a dar sabor a guisos y salsas.

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ALIMENTO LA HUMILDE JOYA QUE REVOLUCIONA LA MEDICINA NATURAL

Fuente: Propia IA

El ser humano ha mantenido una relación especial con el ajo desde hace más de 7.000 años. Los antiguos egipcios lo consideraban tan valioso que llegaron a utilizarlo como moneda de cambio para pagar a los esclavos que construyeron las pirámides. La historia del alimento más democrático de nuestra cocina está repleta de anécdotas que demuestran su valor, desde su uso como amuleto contra vampiros en las leyendas populares europeas hasta su presencia en los primeros tratados de medicina de la Antigua China. Este bulbo ha sido considerado un recurso terapéutico en prácticamente todas las culturas que han poblado nuestro planeta.

Pero lo que realmente convierte al ajo en extraordinario no son sus leyendas, sino su composición química. Los científicos han identificado más de 200 compuestos biológicamente activos en este alimento, muchos de ellos con propiedades que la industria farmacéutica intenta replicar con escaso éxito. La alicina, que se libera cuando machacamos o cortamos un diente de ajo, es solo la punta del iceberg de un complejo sistema de moléculas bioactivas, algunas de las cuales siguen siendo un misterio para la ciencia moderna que apenas comienza a comprender la magnitud de sus efectos en el organismo humano. Esta riqueza bioquímica explica por qué culturas tan dispares y distantes entre sí llegaron a las mismas conclusiones sobre sus beneficios.

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