sábado, 19 abril 2025

Descubre el pueblo ‘flotante’ de Cataluña, parece sacado de un cuento de hadas y está a un paso de Barcelona

Hay lugares en nuestra geografía que desafían la lógica y despiertan una fascinación casi infantil, rincones donde la naturaleza y la mano del hombre han creado postales de una belleza sobrecogedora. Uno de ellos, sin duda, se encuentra en Cataluña, un espectáculo visual que parece suspendido en el aire, aferrado a la roca como si temiera caer al vacío fluvial que lo custodia. Hablamos de Castellfollit de la Roca, una diminuta población gerundense que ostenta el título de ser uno de los pueblos más singulares no solo de la comunidad autónoma, sino de toda España, gracias a su inverosímil emplazamiento sobre una pared basáltica.

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La primera impresión al divisar Castellfollit es de puro asombro, una mezcla de incredulidad y admiración ante la audacia de sus constructores ancestrales. Las casas, apretadas unas contra otras, coronan un risco de más de cincuenta metros de altura y casi un kilómetro de longitud, una lengua de piedra oscura y rugosa flanqueada por los ríos Fluvià y Toronell. Este capricho geológico, fruto de erupciones volcánicas pretéritas, confiere al pueblo un aire irreal, como si hubiera sido arrancado de las páginas de un cuento de hadas y depositado cuidadosamente en el corazón de la comarca de La Garrotxa, una imagen que se graba a fuego en la retina del visitante y que invita a descubrir los secretos que esconde este balcón natural.

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LA HUELLA DEL FUEGO: GEOLOGÍA QUE CORTA LA RESPIRACIÓN

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El origen de este escenario tan extraordinario hay que buscarlo miles de años atrás, en la intensa actividad volcánica que modeló la comarca de La Garrotxa. La pared sobre la que se asienta Castellfollit es el resultado de la superposición de dos coladas de lava; la primera, procedente de Batet de la Serra (Olot) hace unos 217.000 años, y la segunda, más reciente, originada en los volcanes de Begudà hace unos 192.000 años. La erosión fluvial, llevada a cabo incansablemente por los ríos Fluvià y Toronell, ha sido la encargada de esculpir este impresionante risco basáltico, dejando al descubierto las características columnas hexagonales formadas durante el lento enfriamiento del magma.

Este fenómeno geológico, conocido como disyunción columnar, es visible en varios puntos de la base del acantilado y constituye uno de los mayores atractivos naturales del lugar. Observar estas formaciones pétreas, perfectamente geométricas, es como asomarse a las entrañas de la tierra y comprender la magnitud de las fuerzas que dieron forma a este rincón de Cataluña. La solidez y resistencia del basalto proporcionaron un emplazamiento defensivo y seguro para los primeros pobladores, quienes supieron adaptarse a un entorno tan exigente como espectacular, dando lugar a uno de los pueblos con más personalidad del territorio.

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