Vivimos rodeados de cables y enchufes, una maraña tecnológica indispensable para mantener operativos nuestros móviles, tabletas y demás cachivaches electrónicos que pueblan nuestro día a día. La reciente llamada de atención de la OCU sobre los cargadores no certificados, sin embargo, nos recuerda que no todos los accesorios son iguales y que algunos esconden peligros más que serios bajo una apariencia inofensiva, convirtiendo un gesto cotidiano en una potencial fuente de riesgo doméstico. La comodidad de tener siempre a mano un cargador extra o reemplazar uno perdido a bajo coste nos lleva a veces a tomar decisiones impulsivas sin calibrar las posibles consecuencias para nuestra seguridad.
La tentación de ahorrar unos euros optando por cargadores genéricos, a menudo encontrados en bazares o plataformas online dudosas, es grande, pero las consecuencias pueden ser devastadoras si no se toman precauciones elementales. El riesgo de sobrecalentamiento, cortocircuitos e incluso incendios no es una exageración alarmista promovida sin fundamento, sino una posibilidad real que pone en jaque la seguridad de nuestro hogar y la de nuestra familia, un peligro silencioso que acecha conectado a la red eléctrica sin que seamos plenamente conscientes de su potencial destructivo hasta que es demasiado tarde. La falta de información clara y la publicidad engañosa contribuyen a esta peligrosa complacencia generalizada.
4DETRÁS DEL ENCHUFE: COMPONENTES DE MALA CALIDAD Y SU RELACIÓN CON EL FUEGO

Si tuviéramos la curiosidad (y los conocimientos técnicos) de abrir uno de estos cargadores sospechosamente baratos, encontraríamos en su interior un panorama desolador: componentes electrónicos de una calidad ínfima y de origen dudoso, seleccionados únicamente por su bajo coste. Condensadores propensos a hincharse o explotar ante la mínima sobretensión, transformadores mal dimensionados que se sobrecalientan fácilmente hasta niveles peligrosos, y cables de conexión endebles sin el aislamiento adecuado son elementos comunes, tal y como la OCU ha señalado en sus informes técnicos detallados tras desmontar y analizar decenas de estos productos. La reducción de costes se impone a la seguridad.
El sobrecalentamiento excesivo de un solo componente interno de mala calidad puede iniciar una cadena de eventos catastrófica: primero, puede derretir el plástico de la carcasa (especialmente si no es ignífugo, como suele ocurrir en los modelos más baratos), lo que a su vez puede provocar un cortocircuito interno que genere chispas incandescentes. Finalmente, estas chispas pueden prender fuego a la propia carcasa o a materiales inflamables cercanos como cortinas, ropa de cama, muebles de madera o alfombras, iniciando un incendio que puede propagarse rápidamente por la vivienda. Es un escenario que la OCU considera perfectamente plausible y que, lamentablemente, los servicios de bomberos confirman atender con una frecuencia preocupante en sus intervenciones por incendios domésticos de origen eléctrico.