Las lentejas son un alimento básico en muchas cocinas del mundo, pero conseguir que queden melosas y en su punto exacto puede ser todo un arte. Mientras que algunos cocineros se rinden ante la dificultad de lograr la textura ideal, los chefs Michelin han creado técnicas que elevan este humilde legumbre a un nivel gourmet. La clave para obtener unas lentejas perfectas, con una cocción que evite que se deshagan, radica en la atención al detalle y el uso de algunos trucos secretos, entre los que destaca la adición de un chorrito de vinagre al final de la cocción.
Dominar el arte de cocinar lentejas requiere paciencia y conocimiento, elementos que cualquier chef Michelin conoce bien. Con una preparación cuidadosa y unas instrucciones claras, se puede conseguir ese resultado tan anhelado que muchos buscan en los platos de alta cocina. Al comprender los elementos químicos en juego durante la cocción, se puede no solo obtener una textura ideal, sino también resaltar el sabor natural de este delicioso ingrediente. En este recorrido culinario, analizaremos cómo los chefs Michelin logran este impresionante resultado y qué pasos seguir para replicar su éxito en casa.
3TEMPERATURA Y TIEMPO DE COCCIÓN PERFECTOS

lograr unas lentejas perfectas también augura una atención especial a la temperatura y al tiempo de cocción. Los chefs Michelin utilizan termómetros y cronómetros, asegurando que la cocción no sea demasiado agresiva. Cocinar a fuego lento permite que las lentejas se cocinen de manera uniforme y mantengan su integridad. La cocción a temperatura baja previene el desmoronamiento y ayuda a absorber los sabores que se han añadido a la olla. Ir verificando el punto de cocción es vital, ya que unas lentejas bien cocidas son clave para el éxito del platillo.
Es recomendable cocinarlas en agua ligeramente salada, pero hay que tener cuidado con la sal al principio, ya que puede endurecer la piel si se añade demasiado pronto. Los chefs Michelin suelen esperar a que las lentejas estén casi listas antes de añadirla, permitiendo un control más exhaustivo de la textura final. Este cuidado en la cocción es lo que establece una clara diferencia entre una comida casera y una de nivel Michelin.