martes, 15 abril 2025

Frío, rico y letal: el alimento que acaricia tu paladar y castiga tu piel

Hay placeres cotidianos que parecen inofensivos, casi rituales en la rutina diaria de millones de hogares españoles. Pocos gestos tan sencillos como untar una tostada por la mañana. Sin embargo, ese alimento cremoso y aparentemente inofensivo, puede esconder un riesgo para nuestra salud a largo plazo que muchos ignoran, transformando un bocado placentero en un enemigo silencioso para nuestro organismo, y muy especialmente, para nuestra piel. La comodidad y el sabor agradable a menudo nos ciegan ante la composición real de lo que llevamos a nuestra mesa, invitándonos a un baile peligroso con ingredientes poco recomendables.

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El quid de la cuestión reside en un tipo específico de grasa que, durante décadas, ha formado parte de la fórmula de muchas margarinas y productos procesados. Hablamos de las grasas trans o aceites vegetales hidrogenados, componentes diseñados industrialmente para mejorar textura, untuosidad y conservación pero con un coste biológico elevado que la ciencia ha desvelado progresivamente. Su consumo habitual se asocia con diversos problemas de salud cardiovascular, metabólicos y, como exploraremos, con un impacto directo y visible en el estado y envejecimiento de nuestra piel, ese órgano extenso y delator que refleja mucho de lo que sucede en nuestro interior.

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EL ENGAÑO CREMOSO QUE SE UNTA EN TU PAN

Fuente: Freepik

La historia de la margarina se remonta a una necesidad económica y logística: encontrar un sustituto más barato y duradero para la mantequilla. En sus inicios, no contenía los componentes hoy señalados, pero la industria alimentaria pronto descubrió las ventajas de la hidrogenación. Fue la búsqueda de una mayor estabilidad y vida útil en los lineales del supermercado, lo que llevó al desarrollo de la hidrogenación parcial de aceites vegetales líquidos, un proceso que alteraba su estructura molecular para conseguir esa textura sólida o semisólida tan característica a temperatura ambiente.

Este proceso químico consiste en añadir hidrógeno a los aceites vegetales bajo altas presiones y temperaturas, utilizando catalizadores metálicos. Durante la hidrogenación parcial, algunos dobles enlaces de los ácidos grasos insaturados cambian su configuración natural ‘cis’ a ‘trans’, creando así las temidas grasas trans. Esta modificación estructural, aunque parezca menor desde un punto de vista químico, altera drásticamente cómo nuestro cuerpo reconoce y metaboliza este tipo de alimento, convirtiéndolo en un elemento extraño y potencialmente dañino para nuestras células y tejidos.

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