Parece que el radar es el gran coco de las carreteras españolas, ese dispositivo que nos hace levantar el pie del acelerador casi por instinto, pero a veces olvidamos detalles más mundanos que también pueden vaciarnos el bolsillo. La Dirección General de Tráfico, la DGT, no solo vigila la velocidad, sino también el correcto estado de elementos esenciales de nuestro vehículo, como la matrícula, cuya incorrecta presentación puede acarrear una sanción nada despreciable que muchos conductores desconocen o subestiman. El estado de esta placa identificativa es crucial y las autoridades no pasan por alto su deterioro o ilegibilidad.
Mantener la placa de matrícula en perfectas condiciones no es una cuestión meramente estética, sino una obligación legal recogida en el Reglamento General de Vehículos, fundamental para la correcta identificación del coche en cualquier circunstancia y para el buen funcionamiento del control de tráfico. Desde la simple suciedad acumulada tras un viaje por caminos polvorientos hasta dobleces por un mal aparcamiento o adornos que tapan parcialmente los caracteres alfanuméricos, las razones por las que podemos ser sancionados son variadas y, a menudo, fruto del despiste o la dejadez más que de una intención maliciosa, pero la normativa no distingue siempre el motivo.
2CUANDO LA SUCIEDAD CUESTA CARA: EL BARRO Y EL POLVO COMO ENEMIGOS

El día a día en la carretera expone a nuestro vehículo a múltiples agentes externos que pueden afectar su estado, siendo la suciedad uno de los más comunes y persistentes que se adhieren a la carrocería y, por supuesto, a las matrículas, especialmente tras circular por caminos de tierra, en días de lluvia intensa que levanta barro o simplemente por la acumulación progresiva de polvo y polución urbana en los desplazamientos cotidianos.
Es responsabilidad ineludible del conductor asegurarse de que esta capa de mugre acumulada no impida la correcta lectura de los números y letras de la placa, una tarea de mantenimiento básica y sencilla que, sin embargo, a menudo pasamos por alto hasta que es demasiado tarde y nos enfrentamos a la posible sanción.
La normativa vial española es meridianamente clara y no admite demasiadas excusas al respecto: llevar la matrícula ilegible por suciedad puede acarrear una multa de 200 euros, una sanción económica considerable por algo que, en la mayoría de los casos, se soluciona con agua, jabón y unos pocos minutos de dedicación, tal como recuerdan periódicamente desde la DGT a través de sus campañas informativas.
No sirve de mucho alegar que el coche se ensució justo durante el trayecto que estamos realizando; la obligación legal de mantener la placa limpia y perfectamente legible recae sobre el conductor antes de iniciar la marcha y durante toda la circulación, lo que implica realizar comprobaciones visuales periódicas, sobre todo si se ha transitado por zonas propensas a ensuciar el vehículo o en condiciones meteorológicas adversas.