martes, 15 abril 2025

Nueva alerta de la OMS sobre este ‘chute’ de energía que puede poner en riesgo tu corazón

Vivimos tiempos acelerados, donde la promesa de un impulso instantáneo resulta casi irresistible para muchos. La OMS lleva tiempo observando con preocupación el auge de ciertos productos que ofrecen precisamente eso, energía rápida y sin aparente esfuerzo, pero a un coste que no siempre figura en la etiqueta. Estas bebidas, omnipresentes en supermercados y consumidas a menudo por los más jóvenes, se han convertido en una muleta cotidiana para sortear el cansancio o prolongar la vigilia, ignorando las señales que nuestro propio cuerpo nos envía sabiamente cuando pide descanso o una nutrición adecuada. La cultura de la inmediatez encuentra en ellas un aliado peligroso.

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El último toque de atención procedente de Ginebra no hace sino confirmar las sospechas que flotaban en el ambiente sanitario desde hace años respecto a estos ‘chutes’ embotellados. No se trata ya de simples advertencias genéricas, sino de una señalización más directa sobre la combinación explosiva de cafeína y azúcares en cantidades desorbitadas, que puede desestabilizar el delicado equilibrio de nuestro sistema cardiovascular. La popularidad de estas bebidas contrasta peligrosamente con el desconocimiento generalizado sobre sus potenciales efectos adversos a medio y largo plazo, especialmente cuando su consumo se convierte en un hábito frecuente en lugar de una excepción muy puntual. Urge una reflexión colectiva sobre qué estamos dispuestos a sacrificar por un rendimiento artificialmente sostenido.

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AZÚCAR AL GALOPE: LA CARGA OCULTA Y PELIGROSA

Fuente Freepik

Si la cafeína es la chispa que enciende el motor, el azúcar es el combustible masivo y a menudo traicionero de estas bebidas energéticas. Una sola lata puede contener una cantidad de azúcares libres que supera con creces la ingesta diaria máxima recomendada por organismos como la OMS, contribuyendo significativamente al riesgo de sobrepeso, obesidad y diabetes tipo 2, problemas de salud pública de primer orden en España y en todo el mundo occidental. Este «subidón» de glucosa es seguido inevitablemente por un «bajón» posterior, generando un ciclo vicioso de dependencia para mantener los niveles de energía artificialmente elevados y combatiendo la fatiga resultante del propio consumo.

El impacto metabólico de semejante avalancha de azúcar es tremendo, forzando al páncreas a trabajar a marchas forzadas para producir insulina y gestionar el exceso de glucosa en sangre, alterando la sensibilidad a esta hormona a largo plazo. Además, esta carga glucémica tan elevada también tiene implicaciones cardiovasculares directas, favoreciendo la inflamación sistémica de bajo grado, el aumento de triglicéridos y el desarrollo de aterosclerosis, el endurecimiento de las arterias. La combinación de cantidades ingentes de azúcar y cafeína crea una tormenta perfecta cuyos efectos deletéreos van mucho más allá del aporte energético momentáneo, como bien subraya la OMS en sus informes sobre nutrición y salud.

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