Cuando nos sentamos a disfrutar de un buen plato de pescado, rara vez pensamos en lo que realmente estamos llevando a nuestro organismo más allá de las proteínas y ácidos grasos omega-3. El pescado suele presentarse como uno de los alimentos más saludables de nuestra dieta mediterránea, pero no todas las especies acuáticas que llegan a nuestra mesa tienen el mismo perfil nutricional ni los mismos riesgos. Algunos ejemplares, especialmente los de gran tamaño y depredadores, pueden acumular niveles preocupantes de mercurio, un metal pesado con graves consecuencias para la salud humana.
La contaminación de los océanos es una realidad innegable que afecta directamente a nuestra cadena alimentaria. Con cada año que pasa, los niveles de mercurio y otros metales pesados aumentan en los mares, y estos contaminantes no desaparecen, sino que se acumulan en los tejidos de los peces que posteriormente consumimos. No es un tema baladí ni alarmista, sino una preocupación científicamente respaldada por numerosos estudios internacionales que alertan sobre esta problemática cada vez más evidente en determinados tipos de pescado que consumimos con relativa frecuencia.
2LOS GRANDES DEPREDADORES: BELLEZA EN EL PLATO, PELIGRO EN EL CUERPO

Especies como el pez espada, el tiburón (comercializado como cazón o marrajo), el atún rojo o el lucio son algunos de los ejemplos más representativos de pescados con altas concentraciones de mercurio. Su posición en la cima de la cadena trófica marina y su larga vida les convierten en auténticos «almacenes» de metales pesados. Un estudio reciente de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria reveló que algunas muestras de pez espada contenían niveles de mercurio hasta diez veces superiores a los considerados seguros para el consumo humano, dato que debería hacernos reflexionar sobre nuestros hábitos alimentarios y la frecuencia con la que incluimos estas especies en nuestra dieta.
La paradoja reside en que, precisamente, estos grandes pescados son muy apreciados en la gastronomía y suelen ser opciones habituales en restaurantes de categoría y celebraciones especiales. Su carne firme y sabor característico los han convertido en manjares codiciados, pero pocos comensales conocen el riesgo invisible que acompaña a cada bocado. Las autoridades sanitarias españolas recomiendan limitar su consumo, especialmente en el caso de mujeres embarazadas o en periodo de lactancia y niños pequeños, grupos especialmente vulnerables a los efectos neurotóxicos del mercurio. No se trata de eliminar completamente el pescado de nuestra dieta, sino de elegir con criterio y conocimiento.