domingo, 4 mayo 2025

La maniobra en las rotondas que enfada a la DGT, y por la que te pueden multar

Las rotondas, esas glorietas que salpican nuestras carreteras y ciudades, se diseñaron con la noble intención de agilizar el tráfico y reducir los puntos de conflicto directo, pero la realidad cotidiana demuestra que a menudo se convierten en escenarios de confusión, vacilación y, lo que es más preocupante, maniobras peligrosas. Una de las prácticas que más exasperación causa, no solo entre los conductores prudentes sino también en las autoridades, es esa costumbre de salir de la glorieta directamente desde un carril interior, cruzándose temerariamente por delante de quienes circulan correctamente por el exterior. Esta acción, tan frecuente como arriesgada, está en el punto de mira de la DGT por ser un foco constante de incidentes y poner en jaque la seguridad vial que tanto se persigue.

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El problema radica fundamentalmente en una mezcla de desconocimiento de la normativa específica que rige la circulación en estas intersecciones giratorias y, en otras ocasiones, en una peligrosa impaciencia o un exceso de confianza al volante que lleva a ignorar las reglas más básicas de prioridad y posicionamiento. Muchos conductores parecen olvidar que una rotonda no es simplemente una curva continua, sino una vía con sus propios carriles y normas de uso, donde la anticipación y la correcta señalización son cruciales para evitar sobresaltos. La maniobra de «corte» desde el interior no solo es antirreglamentaria, sino que genera situaciones de alto riesgo, obligando a otros usuarios a frenar bruscamente o a realizar maniobras evasivas para evitar la colisión, un comportamiento que la Dirección General de Tráfico busca erradicar con información y, cuando es necesario, con sanciones.

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LA TRAZADA IMPOSIBLE: EL PELIGRO REAL DE CRUZAR CARRILES AL SALIR

Fuente Freepik

La maniobra que nos ocupa, la de abandonar la rotonda desde un carril que no sea el exterior cruzando la trayectoria de otros vehículos, es intrínsecamente peligrosa por varias razones fundamentales que atañen directamente a la física y a la dinámica vehicular. Al realizar este «corte», el conductor invade un espacio por el que teóricamente deberían estar circulando otros coches, generando un punto de conflicto súbito e inesperado, especialmente para el vehículo que circula correctamente por el carril exterior y se ve sorprendido por la irrupción. Esta acción elimina cualquier margen de reacción previsible y convierte una interacción que debería ser fluida en una situación de riesgo inminente de colisión lateral o frontolateral, de las más graves.

Además del riesgo directo de impacto, esta práctica indebida tiene otras consecuencias negativas para la seguridad y la fluidez del tráfico en la glorieta y sus accesos. Obliga a los conductores que circulan correctamente a realizar frenazos bruscos, lo que puede desencadenar alcances por detrás si la densidad del tráfico es elevada, y crea una sensación general de inseguridad y crispación entre los usuarios. Los vehículos más vulnerables, como motocicletas y ciclomotores, son especialmente susceptibles a las consecuencias de estas maniobras imprudentes, ya que su menor tamaño los hace menos visibles y su estabilidad puede verse comprometida fácilmente por una maniobra evasiva forzada. La normativa de la DGT es clara al respecto para prevenir estos escenarios.

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