sábado, 19 abril 2025

Te pones un audio tuyo y te da vergüenza ajena: la ciencia explica por que

A casi todo el mundo le ha pasado alguna vez: grabas una nota de voz rápida para enviarla por WhatsApp, te la pones para comprobar que se entiende bien antes de darle a enviar y… ¡horror! Esa voz que escuchas no parece la tuya, suena extraña, incluso ridícula, provocando una inmediata sensación de vergüenza ajena. Es un fenómeno universal, casi cómico si no fuera porque nos afecta directamente a nuestra autoimagen, y lo curioso es que no se trata de una simple manía o una percepción subjetiva exagerada; la ciencia tiene una explicación bastante clara y fascinante sobre por qué ese audio grabado nos resulta tan desconcertante y ajeno a cómo creemos sonar realmente en nuestra cabeza.

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Esta disonancia acústica, esa brecha entre la voz que oímos al hablar y la que queda registrada en un dispositivo, tiene su origen en la física más básica de cómo percibimos el sonido, específicamente el nuestro. No es que el móvil o la grabadora conspiren para distorsionar nuestra voz y hacernos quedar mal, sino que experimentamos nuestro propio sonido a través de dos canales distintos simultáneamente, mientras que la grabación solo captura uno de ellos. Comprender esta diferencia, la que existe entre la conducción ósea y la conducción aérea del sonido, es la clave para entender por qué ese yo grabado nos produce tanto rechazo y por qué, en realidad, esa versión es mucho más cercana a cómo nos escuchan los demás.

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ASÍ SUENAS POR DENTRO: EL VIAJE ÓSEO DE TU VOZ

Fuente Freepik

Cuando hablamos, el sonido que producimos no solo viaja hacia fuera por el aire, sino que también reverbera dentro de nuestro propio cuerpo, especialmente en nuestra cabeza. Las cuerdas vocales vibran, y esas vibraciones se transmiten directamente a través de los huesos del cráneo y los tejidos blandos hasta llegar a nuestro oído interno, concretamente a la cóclea. Este camino, conocido como conducción ósea, es una ruta interna y directa que enriquece nuestra percepción sonora de una manera única; es un canal privado, exclusivo para el emisor de la voz, que nadie más puede experimentar de la misma forma que nosotros.

Esta transmisión interna a través de los huesos tiene una particularidad fundamental: tiende a realzar las frecuencias más graves de nuestra voz, dándole una profundidad, una resonancia y un cuerpo que no están presentes de la misma manera en el sonido que viaja por el aire. Es como si tuviéramos un subwoofer incorporado en el cráneo, que añade matices y calidez al audio que percibimos de nosotros mismos. Por eso, la voz que escuchamos en nuestra cabeza mientras hablamos nos parece más redonda, más llena y, en definitiva, más «correcta», porque es la única referencia constante que hemos tenido a lo largo de toda nuestra vida para saber cómo sonamos.

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