jueves, 17 abril 2025

Según la OMS, este es el enemigo silencioso que tienes en la cocina y ataca directo a tu corazón

Nuestras cocinas son, para muchos, el corazón del hogar, un espacio asociado al confort, a la familia y, por supuesto, al buen comer. En ellas manejamos a diario ingredientes que consideramos básicos, casi inofensivos, pilares de nuestra gastronomía mediterránea tan apreciada. Sin embargo, entre esos elementos cotidianos se esconde un adversario sigiloso, uno que, según la OMS, representa una amenaza directa y creciente para nuestra salud cardiovascular, actuando sin hacer ruido hasta que a menudo es demasiado tarde: la sal, o más precisamente, el sodio que contiene.

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Este condimento universal, presente en prácticamente cualquier plato salado que podamos imaginar, desde un guiso tradicional hasta la ensalada más sencilla, esconde tras su capacidad para realzar sabores una relación directa con uno de los problemas de salud pública más acuciantes de nuestro tiempo: la hipertensión arterial. La alerta lanzada por la OMS no es nueva, pero cobra cada día más relevancia ante las cifras crecientes de enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares en todo el mundo. Comprender cómo este ingrediente común se convierte en un riesgo es el primer paso para proteger nuestro órgano más vital.

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EL SABOR QUE ESCONDE UNA TRAMPA: EL EXCESO DE SODIO EN LA DIETA MODERNA

Fuente Freepik

La sal común, o cloruro sódico, es apreciada por su capacidad para potenciar los sabores y también por su papel histórico como conservante de alimentos. No obstante, el componente problemático es el sodio, un mineral que, si bien es necesario para el correcto funcionamiento del organismo en pequeñas cantidades, su consumo excesivo se ha convertido en una constante en las dietas occidentales, y España no es una excepción. El verdadero peligro reside no solo en la sal que añadimos conscientemente con el salero, sino en la enorme cantidad de sodio «oculto» que ingerimos a través de alimentos procesados y ultraprocesados, donde actúa como potenciador del sabor, texturizante y conservante.

La industria alimentaria utiliza el sodio de forma extensiva en una gama increíblemente amplia de productos, desde el pan de molde y los cereales de desayuno hasta las salsas preparadas, los embutidos, los quesos, las comidas precocinadas y los aperitivos salados. Esta omnipresencia hace que, sin ser plenamente conscientes, superemos con creces las recomendaciones diarias de ingesta de sodio establecidas por organismos como la OMS, acumulando un riesgo silencioso día tras día, incluso si consideramos que nuestra alimentación es relativamente saludable o no abusamos visiblemente del salero en la mesa.

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