La industria textil esconde secretos que van más allá de las tendencias de temporada o las condiciones laborales de sus trabajadores. El químico presente en la mayoría de prendas de vestir que utilizamos diariamente podría estar provocando alteraciones significativas en nuestro organismo sin que seamos conscientes de ello. Conocidos como PFAS (sustancias perfluoroalquiladas) o disruptores endocrinos, estos compuestos se han convertido en invitados no deseados que acompañan nuestro día a día, alterando silenciosamente el funcionamiento normal de nuestras hormonas y provocando efectos que pueden manifestarse a largo plazo.
El contacto con la piel es constante y, sin embargo, pocos consumidores conocen la presencia de estos agentes potencialmente peligrosos en sus armarios. Los PFAS forman parte de un grupo más amplio de compuestos utilizados por la industria para proporcionar resistencia al agua, a las manchas y facilitar el planchado, entre otras características consideradas positivas en el mercado. Según diversos estudios científicos, la exposición prolongada a este tipo de químico puede interferir con el sistema endocrino humano, alterando la producción y funcionamiento normal de hormonas esenciales para nuestro organismo. Esta interferencia puede manifestarse de múltiples formas, desde problemas de fertilidad hasta alteraciones metabólicas o incluso ciertos tipos de cáncer hormono-dependientes.
3LA ROPA «INTELIGENTE» QUE PODRÍA ESTAR EMBRUTECIENDO NUESTRAS HORMONAS

La ironía del mercado textil actual es que muchas de las características que se publicitan como ventajas representan, en realidad, potenciales amenazas para nuestra salud hormonal. Los tejidos que presumen de ser repelentes al agua, resistentes a las manchas o con capacidad para mantener los colores vivos tras múltiples lavados suelen contener altas concentraciones de PFAS u otros disruptores endocrinos, creando una paradoja donde la comodidad y practicidad inmediatas podrían estar socavando nuestra salud a largo plazo. Este químico omnipresente en prendas «premium» se convierte así en un caballo de Troya que introducimos voluntariamente en nuestros hogares.
El marketing agresivo de la industria textil rara vez menciona los procesos químicos utilizados en la fabricación, centrándose exclusivamente en los beneficios perceptibles por el consumidor. Las etiquetas de composición, obligatorias por ley, indican únicamente el tipo de fibras utilizadas (algodón, poliéster, etc.) pero omiten sistemáticamente la información relativa a los tratamientos químicos aplicados a dichas fibras, dejando al consumidor en una situación de vulnerabilidad e ignorancia frente a sustancias potencialmente perjudiciales que están en contacto directo con su piel durante la mayor parte del día. Esta falta de transparencia contrasta con la creciente concienciación sobre ingredientes en otros sectores como la alimentación o la cosmética.