Escondido entre las montañas del norte peninsular, se encuentra uno de los parajes más espectaculares y menos conocidos del territorio español. La provincia de León guarda un tesoro paisajístico que ha sido comparado innumerables veces con los icónicos fiordos noruegos, pero que mantiene una personalidad única y genuinamente española. Este enclave natural, formado por las aguas azul turquesa del Embalse de Riaño rodeadas de imponentes montañas, ofrece una experiencia visual que deja sin aliento a cualquier visitante que se aventure a descubrirlo, especialmente durante los días festivos de primavera.
La belleza salvaje y la particular orografía de esta zona leonesa contrasta fuertemente con la escasa afluencia turística que recibe en comparación con otros destinos nacionales. Mientras millones de españoles preparan sus escapadas tradicionales hacia destinos masificados, este rincón de León permanece como un secreto a voces entre los amantes de la naturaleza que buscan alternativas auténticas para sus días de descanso. Las sinuosas carreteras que conducen hasta el embalse y los pueblos reconstruidos de la comarca, repletos de historias sobre la transformación del valle tras la construcción de la presa, añaden un componente cultural e histórico que enriquece cualquier visita a este paraíso natural perfectamente accesible durante Semana Santa.
1UN ‘FIORDO’ CASTELLANO ENTRE MONTAÑAS DE ENSUEÑO
La primera impresión al llegar al Embalse de Riaño es, inevitablemente, de asombro. Las aguas cristalinas se extienden formando brazos que se adentran entre montañas escarpadas, creando un paisaje que poco tiene que envidiar a los afamados fiordos escandinavos. La particular orografía de esta zona de León, modelada por la acción del hombre al construir la presa en 1987, ha dado lugar a un ecosistema único donde el agua, la piedra y el cielo se combinan en perfecta armonía. Los picos de la Cordillera Cantábrica, que pueden permanecer nevados incluso en primavera, se reflejan en las aguas del embalse creando postales dignas de las mejores guías de viaje.
Lo que hace especial a este enclave leonés no es solo su belleza paisajística, sino también la posibilidad de recorrerlo desde diferentes perspectivas. La más espectacular, sin duda, es hacerlo navegando sobre sus aguas, sintiendo la brisa fresca mientras el barco se desliza entre montañas de más de 2.000 metros de altitud que parecen surgir directamente del agua. Esta experiencia, disponible durante los meses de buen tiempo y especialmente recomendable en periodos festivos como Semana Santa, permite apreciar la magnitud real de este entorno natural y descubrir rincones inaccesibles por tierra que preservan la esencia salvaje del antiguo valle.