En la economía doméstica actual, cada euro cuenta y muchos hogares españoles se esfuerzan por reducir gastos innecesarios en sus facturas mensuales. Los electrodomésticos que consumimos a diario pueden ser auténticos depredadores silenciosos de nuestro bolsillo, especialmente aquellos que continúan gastando energía incluso cuando creemos que están completamente apagados. Estos dispositivos, conocidos popularmente como «vampiros energéticos», se mantienen en un estado de espera o «stand-by» que, aunque parece inocuo, puede representar un porcentaje significativo del consumo eléctrico mensual.
La factura de la luz se ha convertido en una preocupación constante para millones de familias, especialmente tras las constantes subidas de precio en los últimos años. Lo que muchos desconocen es que determinados electrodomésticos contribuyen a este gasto de forma sigilosa y constante, las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el consumo fantasma puede suponer hasta un 10% del gasto eléctrico total de un hogar medio, lo que puede traducirse en más de 100 euros anuales que literalmente se esfuman sin que seamos conscientes de ello.
3LA CAFETERA EN STAND-BY: EL DESPERTAR COSTOSO DE CADA MAÑANA

El ritual matutino del café es sagrado para muchos españoles, pero mantener la cafetera conectada permanentemente tiene un precio oculto. Las cafeteras modernas, especialmente los modelos de cápsulas con sistemas de precalentamiento rápido, mantienen ciertos componentes activos cuando están en modo de espera para reducir el tiempo de preparación del siguiente café, consumiendo entre 1 y 3 vatios continuamente. Este consumo aparentemente insignificante puede sumar hasta 25 kWh anuales.
Lo más sorprendente de este electrodoméstico es que su consumo en stand-by puede representar hasta un 30% de su gasto energético total anual. Las cafeteras con pantallas digitales, programadores o sistemas de mantenimiento de temperatura requieren un suministro constante de energía para mantener activas sus funciones electrónicas, incluso cuando no están preparando café. En hogares donde la cafetera se usa apenas unos minutos cada mañana, el consumo en espera durante las restantes 23 horas diarias supone un derroche energético y económico que pasa totalmente desapercibido para la mayoría de consumidores.