Cada vez resulta más difícil estirar el presupuesto familiar hasta final de mes. Los supermercados han encontrado una forma sigilosa de aumentar sus márgenes sin que lo notemos a simple vista, reduciendo la cantidad de producto mientras mantienen el mismo envase y precio. Esta práctica, conocida como reduflación o shrinkflation, se ha convertido en el as bajo la manga de muchas cadenas de distribución que buscan compensar el aumento de costes sin perder clientela.
El fenómeno no es nuevo, pero se ha intensificado notablemente en los últimos años debido a la inflación y la presión sobre las cadenas de suministro. Mientras los consumidores están atentos a las subidas de precios, los fabricantes y supermercados encuentran en esta estrategia una manera de proteger sus márgenes sin generar el rechazo inmediato que provocaría un aumento directo del precio. Lo que hace unos años podía pasar desapercibido, ahora se ha convertido en una preocupación cotidiana para millones de familias que ven cómo su poder adquisitivo mengua silenciosamente.
3LAS CATEGORÍAS MÁS AFECTADAS POR LA REDUFLACIÓN

Aunque la reduflación se encuentra presente en prácticamente todas las secciones de los supermercados, existen categorías especialmente propensas a esta práctica. Los productos de alimentación envasados ocupan el primer puesto, con especial incidencia en chocolates, galletas, cereales y snacks. Los fabricantes justifican estas reducciones con argumentos como la promoción de hábitos de consumo más saludables o la reducción de desperdicios, cuando la verdadera motivación suele ser puramente económica y responde a estrategias de optimización de costes.
La droguería y los productos de higiene personal no se quedan atrás. Desde los rollos de papel higiénico que han pasado de tener 40 a 30 metros por unidad, hasta los botes de champú que ahora contienen 300 mililitros donde antes había 350. Las marcas aprovechan los rediseños para reducir contenidos sin modificar significativamente el tamaño del envase, confiando en que el consumidor no hará un seguimiento exhaustivo de estas modificaciones. Los supermercados, por su parte, colaboran ubicando estos productos en sus lineales sin destacar los cambios, manteniendo así la ilusión de continuidad en precio y formato.