Cada vez resulta más difícil estirar el presupuesto familiar hasta final de mes. Los supermercados han encontrado una forma sigilosa de aumentar sus márgenes sin que lo notemos a simple vista, reduciendo la cantidad de producto mientras mantienen el mismo envase y precio. Esta práctica, conocida como reduflación o shrinkflation, se ha convertido en el as bajo la manga de muchas cadenas de distribución que buscan compensar el aumento de costes sin perder clientela.
El fenómeno no es nuevo, pero se ha intensificado notablemente en los últimos años debido a la inflación y la presión sobre las cadenas de suministro. Mientras los consumidores están atentos a las subidas de precios, los fabricantes y supermercados encuentran en esta estrategia una manera de proteger sus márgenes sin generar el rechazo inmediato que provocaría un aumento directo del precio. Lo que hace unos años podía pasar desapercibido, ahora se ha convertido en una preocupación cotidiana para millones de familias que ven cómo su poder adquisitivo mengua silenciosamente.
2ENVASES TRAMPA: EL ARTE DE DAR MENOS POR EL MISMO PRECIO

El diseño de envases juega un papel fundamental en esta ecuación. Muchos fabricantes recurren a fondos cóncavos más pronunciados, mayor espacio de aire en el interior o cambios sutiles en la forma que permiten reducir el contenido manteniendo una apariencia similar. El plástico transparente, que antes se utilizaba como garantía de transparencia para que el consumidor pudiera ver el producto, ahora se emplea estratégicamente con diseños que disimulan la reducción del contenido.
Un paseo por cualquiera de los pasillos de los principales supermercados españoles revela decenas de ejemplos. Las tabletas de chocolate han pasado de 150 a 125 gramos sin modificar apenas su aspecto exterior. Los yogures han reducido su contenido de 125 a 115 o incluso 110 gramos. Los envases de detergente incorporan ahora dosificadores más grandes o tapones que requieren más producto para cada lavado. Todas estas estrategias comparten un denominador común: mantener la percepción de que estamos comprando lo mismo cuando, en realidad, estamos llevando menos producto a casa.