sábado, 19 abril 2025

El castillo donde Madrid fue elegida capital

En las extensas llanuras de Tierra de Campos, donde el horizonte se funde con el cielo castellano, se erige majestuoso uno de los monumentos medievales mejor conservados de España. El castillo de Ampudia, ese centinela de piedra que ha vigilado el paso de los siglos desde su privilegiada posición en la provincia de Palencia, guarda entre sus muros secretos históricos que cambiaron para siempre el destino de nuestra nación. Su imponente silueta, visible a kilómetros de distancia, nos transporta a una época en que las decisiones de Estado se tomaban bajo bóvedas de piedra y no en modernos edificios gubernamentales.

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Pocos saben que este formidable castillo palentino fue testigo de uno de los momentos más determinantes para la configuración territorial y administrativa de España. Entre sus robustos muros, Felipe II mantuvo reuniones cruciales que culminarían con la histórica decisión de establecer Madrid como capital permanente del reino, transformando una modesta villa en el centro neurálgico de un imperio donde no se ponía el sol. La fortaleza, construida originalmente en el siglo XIII y remodelada durante el XV, representa un magnífico ejemplo de arquitectura medieval castellana, combinando a la perfección elementos defensivos con los refinamientos propios de una residencia señorial que llegó a albergar a la realeza española en momentos definitorios.

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UN COLOSO DE PIEDRA QUE DESAFÍA AL TIEMPO

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La historia del castillo de Ampudia transcurre paralela a la historia de Castilla, adaptándose a los cambios políticos y sociales sin perder su esencia. Originario del siglo XIII, el castillo actual es fundamentalmente resultado de las reformas realizadas durante el siglo XV bajo el mecenazgo de la poderosa familia García de Herrera, que transformó una fortificación puramente militar en una residencia señorial sin renunciar a su carácter defensivo. Esta dualidad entre fortaleza y palacio es precisamente lo que confiere al edificio ese carácter único que lo distingue de otras construcciones similares de la época.

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La estructura actual del castillo muestra las huellas de sus distintos propietarios y de los avatares históricos que ha sobrevivido. Su patio de armas, corazón neurálgico donde convergían las actividades militares y domésticas, conserva el empedrado original y está rodeado por galerías porticadas que permitían el tránsito protegido entre las distintas estancias. Las cuatro torres circulares que dominan los ángulos de la fortaleza no solo cumplían una función defensiva, sino que también albergaban algunas de las estancias más reservadas y nobles del conjunto. Esta configuración facilitó que pudieran celebrarse en su interior reuniones del más alto nivel político con la privacidad que requerían decisiones de Estado como la que convertiría a Madrid en capital.

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