sábado, 19 abril 2025

La nueva jugada de Ryanair tiene trampa: si pasas de los 40 minutos pagarás caro

Las aerolíneas de bajo coste siempre han sabido cómo sacar partido a cada resquicio del sistema para aumentar sus beneficios. Ryanair, en su última maniobra, ha puesto en el punto de mira a los pasajeros que llegan tarde a la puerta de embarque, estableciendo un sistema que muchos califican como abusivo. La interpretación de una norma ya existente ha desatado una oleada de críticas entre los usuarios habituales de la compañía irlandesa, que ven cómo sus derechos se reducen mientras el coste de viajar aumenta de forma encubierta.

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El modelo de negocio de las aerolíneas low cost se basa en cobrar por servicios que tradicionalmente estaban incluidos en el precio del billete. Ryanair ha llevado esta filosofía al extremo, convirtiendo cada interacción con el cliente en una oportunidad para generar ingresos adicionales. Lo que ahora está causando controversia es la aplicación más estricta de su llamada «Tasa de Rescate», un cargo de 100 euros que deben abonar los viajeros que pierden su vuelo por llegar tarde y desean embarcar en la siguiente salida disponible al mismo destino.

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Fuente: Freepik

El caso de Ryanair no es aislado, sino que representa una tendencia creciente en el sector de la aviación comercial. Otras compañías observan atentamente estos movimientos y, si resultan rentables, no tardarán en implementar medidas similares. La competencia feroz por ofrecer el precio base más bajo está transformando la experiencia de volar en un laberinto de cargos adicionales que el pasajero debe aprender a navegar. Esta evolución plantea serias dudas sobre la sostenibilidad del modelo a largo plazo.

Las autoridades reguladoras europeas comienzan a mostrar interés por estas prácticas comerciales. La Comisión Europea ha expresado su preocupación por la transparencia en el sector aéreo y estudia posibles modificaciones normativas para proteger mejor al consumidor. Mientras tanto, Ryanair continúa refinando su estrategia de maximización de ingresos, confiando en que la demanda de vuelos económicos seguirá siendo lo suficientemente alta como para que los pasajeros acepten estas condiciones a regañadientes. El equilibrio entre rentabilidad empresarial y respeto al consumidor parece cada vez más difícil de alcanzar en un mercado donde el precio aparente se ha convertido en el principal reclamo publicitario.

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