En el corazón del Valle del Jerte, rodeado de cerezos y bañado por las cristalinas aguas del río que da nombre a la comarca, se esconde una auténtica joya medieval que acaba de ser coronada con un prestigioso título. Cabezuela del Valle, un pintoresco pueblo de apenas 2.000 habitantes, ha sido elegido como el más bonito de España para 2025 por la revista Viajar, consolidando así su posición entre los destinos rurales más codiciados del país. Sus estrechas calles empedradas, sus casas tradicionales y un entorno natural privilegiado han cautivado al jurado de expertos, que no ha dudado en reconocer el encanto incomparable de esta localidad extremeña.
La distinción llega en un momento perfecto para este rincón cacereño, que ya formaba parte de la red de Pueblos Mágicos de España y que incluso fue candidato a Capital del Turismo Rural en 2024. No es de extrañar que Cabezuela del Valle haya conquistado tantos corazones, pues cada rincón de su casco histórico, declarado Conjunto Histórico-Artístico desde 1998, refleja siglos de historia preservada con mimo por sus habitantes. Desde su peculiar trazado triangular, que rompe con la estructura lineal típica de otros pueblos del valle, hasta sus balcones repletos de flores, todo en este pueblo invita a perderse entre sus callejuelas y descubrir el auténtico sabor de la España rural.
UN VIAJE AL PASADO MEDIEVAL EN PLENO SIGLO XXI

Adentrarse en Cabezuela del Valle es como realizar un viaje en el tiempo hacia la época medieval. Su casco antiguo, con origen en el cerro donde surgió el primer asentamiento conocido como «La Aldea», presenta una estructura laberíntica de calles estrechas que evoca claramente su pasado judío, que se desarrolló hasta el siglo XV cuando los Reyes Católicos promulgaron el decreto de expulsión. Este trazado irregular, tan diferente al de otros pueblos de la zona, constituye uno de los principales atractivos turísticos de la localidad.
La calle principal discurre paralela al río Jerte y se divide en tres tramos bien diferenciados: la calle del Puente, la Plaza y la calle del Hondón. Es precisamente en esta arteria donde se concentran los edificios más emblemáticos del pueblo, muchos de ellos con fachadas de sillares que exhiben orgullosos escudos nobiliarios, símbolos y anagramas que hablan de un glorioso pasado y del poder que antaño ostentaron algunas familias. La antigua Casa Consistorial, con su hornacina que alberga el busto del filántropo local José María Muñoz y su espadaña coronada por un reloj, es uno de los ejemplos más destacados de esta arquitectura tradicional que ha sabido conservarse a lo largo de los siglos.
AGUA CRISTALINA: LAS PISCINAS NATURALES QUE ENAMORAN A LOS VISITANTES
Si hay algo que distingue a Cabezuela del Valle más allá de su impresionante patrimonio histórico son sus maravillosas piscinas naturales. El río Jerte, que abraza al pueblo en su recorrido por el valle, ha formado a lo largo de los siglos varios enclaves naturales perfectos para el baño que se han convertido en uno de los principales reclamos turísticos, especialmente durante los meses de verano cuando el calor aprieta y estas pozas ofrecen un refrescante alivio.
Entre las más populares destaca La Picaza, una piscina natural que pasa bajo el puente romano y que está habilitada para el baño desde 2024. A diferencia de otras zonas más adaptadas, esta mantiene un ambiente más tranquilo y natural, lo que la convierte en un lugar ideal para quienes buscan disfrutar de las aguas del Jerte lejos de las aglomeraciones típicas de otros espacios más conocidos. Para llegar a ella, los visitantes pueden cruzar el puente en dirección a la localidad de Jerte o bajar por unas escaleras desde la calle Doctor Sayans Castaños, lo que añade un toque de aventura a la experiencia. El contraste entre el agua cristalina, las rocas pulidas por la corriente y el entorno verde que rodea estas piscinas naturales crea un paisaje de postal que difícilmente se olvida.
EL DESPERTAR DE LOS SENTIDOS: PRIMAVERA DE CEREZOS EN FLOR

No se puede hablar de Cabezuela del Valle sin mencionar el espectáculo natural que cada primavera tiñe de blanco todo el Valle del Jerte. Este pequeño pueblo, conocido como «la capital de las cerezas», se transforma completamente cuando miles de cerezos florecen simultáneamente, creando un manto blanco que contrasta con el verde de las montañas y el azul del cielo extremeño. Este fenómeno, que suele producirse entre finales de marzo y principios de abril, atrae a miles de visitantes que recorren kilómetros para presenciar uno de los espectáculos naturales más impresionantes de la península.
La Fiesta del Cerezo en Flor, declarada de Interés Turístico Nacional, celebra este acontecimiento con numerosas actividades que ponen en valor tanto la belleza natural como la importancia económica y cultural que tiene este cultivo para la comarca. Durante estas fechas, el pueblo se llena de vida y color, ofreciendo a los visitantes la oportunidad única de disfrutar no solo del espectáculo visual sino también de la rica gastronomía local, en la que la cereza es protagonista indiscutible. Desde licores y mermeladas hasta platos más elaborados, la creatividad culinaria de los habitantes de Cabezuela del Valle sabe sacar el máximo partido a este fruto rojo que ha dado fama internacional a toda la comarca.
UN PATRIMONIO RELIGIOSO QUE REFLEJA SIGLOS DE HISTORIA
El patrimonio religioso de Cabezuela del Valle constituye otro de los grandes atractivos de este pueblo cacereño. La iglesia de San Miguel Arcángel, que se alza majestuosa sobre el solar donde antiguamente se ubicaba la sinagoga, destaca por su impresionante retablo dorado del periodo barroco, obra del entallador castellano Juan de Arenas realizada entre 1681 y 1683. Este templo, que ha sido testigo silencioso de la historia del pueblo durante siglos, conserva en su interior valiosos tesoros artísticos que merecen una visita pausada.
Pero no solo la iglesia principal merece atención. Las ermitas repartidas por el pueblo y sus alrededores completan un conjunto religioso de gran valor. La ermita de la Virgen de Peñas Albas, patrona de la localidad, cuenta también con un hermoso retablo del siglo XVIII y sorprende a los visitantes con las pinturas que decoran su bóveda. De igual manera, las ermitas de Santiago y San Felipe, la del Cristo del Humilladero y la de San Antonio constituyen pequeñas joyas arquitectónicas que nos hablan de la profunda religiosidad que ha marcado la vida de los habitantes de este pueblo a lo largo de su historia. Cada una de ellas guarda su propia historia y características que las hacen únicas, convirtiéndolas en paradas obligatorias para quienes deseen conocer a fondo la riqueza patrimonial de Cabezuela del Valle.
NATURALEZA EN ESTADO PURO: SENDERISMO Y AVENTURA A UN PASO DEL PUEBLO

El entorno natural que rodea a Cabezuela del Valle es, sin duda, uno de sus mayores tesoros. Situado estratégicamente en el corazón del Valle del Jerte, este pequeño pueblo ofrece numerosas posibilidades para los amantes del turismo activo y la naturaleza. Desde rutas de senderismo que recorren paisajes de ensueño hasta zonas de escalada como Las Monjas, las opciones para disfrutar del aire libre son prácticamente infinitas y se adaptan a todos los niveles y preferencias.
Entre las rutas más populares destacan el Sendero GR-10, que conecta el Puerto de Tornavacas con el Puerto de Honduras, o el Sendero PR-CC-8 conocido como Las Juderías, que permite a los excursionistas adentrarse en la historia mientras disfrutan de impresionantes vistas panorámicas. Para los más aventureros, la ruta BTT Umbría de Cabezuela supone un desafío a la altura de los ciclistas más experimentados. Y no podemos olvidar mencionar el roble de Prado Sancho, un ejemplar declarado árbol singular de Extremadura que constituye por sí solo un motivo para adentrarse en los bosques que rodean este maravilloso pueblo. La combinación de patrimonio histórico y riqueza natural hace de Cabezuela del Valle un destino completo que satisface tanto a quienes buscan cultura como a los amantes de la naturaleza más salvaje.