miércoles, 26 marzo 2025

Tu Internet va lento por esto y no es culpa del router

La lentitud en la conexión doméstica es uno de los problemas que más desesperan a los usuarios en la era digital. El Internet que contratas promete velocidades estratosféricas que rara vez se cumplen, generando una frustración constante mientras esperas que cargue ese vídeo o documento importante. Sorprendentemente, muchos de los fallos que experimentamos no tienen nada que ver con el router, ese aparato al que solemos culpar de todos nuestros males tecnológicos.

Existen múltiples factores ocultos que degradan paulatinamente la calidad de nuestra conexión y pasan completamente desapercibidos. Desde intrusiones no autorizadas en nuestra red hasta problemas con el cableado interno, la lista de culpables potenciales es extensa y variada. La seguridad de nuestro Internet depende en gran medida de hábitos tan simples como cambiar regularmente la contraseña, algo que los expertos recomiendan hacer cada seis meses como mínimo pero que la mayoría ignoramos sistemáticamente.

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LOS INVASORES SILENCIOSOS QUE ROBAN TU ANCHO DE BANDA

Fuente propia

Uno de los problemas más habituales y menos detectados son los vecinos o extraños que se conectan a nuestra red sin permiso. Cuando configuramos nuestro WiFi por primera vez, solemos mantener las mismas credenciales durante años, sin considerar que estas pueden ser fácilmente descifradas con las herramientas adecuadas, exponiendo nuestra red a intrusos. Esta situación no solo compromete la seguridad de nuestros datos personales, sino que además divide el ancho de banda disponible entre más dispositivos de los que deberían estar conectados.

El fenómeno se agrava en zonas urbanas densamente pobladas donde decenas de redes se solapan en un mismo edificio. Las contraseñas débiles o que se mantienen sin cambios durante mucho tiempo son particularmente vulnerables, especialmente si utilizamos combinaciones predecibles o información personal fácilmente obtenible por cualquiera con un mínimo conocimiento técnico. Cambiar la contraseña del Internet cada seis meses no es una recomendación caprichosa, sino una necesidad básica de seguridad informática que puede marcar la diferencia entre disfrutar de toda la velocidad contratada o compartirla involuntariamente.

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