Abrir el grifo y llenar un vaso es un gesto tan cotidiano que rara vez nos detenemos a pensar en ello. Sin embargo, detrás de esa acción aparentemente simple se esconde una realidad que merece nuestra atención. La calidad del agua del grifo y las precauciones que debemos tomar para consumirla de forma segura son temas que nos conciernen a todos.
En un mundo donde la información fluye a raudales, a menudo nos encontramos con consejos y recomendaciones contradictorias sobre la potabilidad del agua del grifo. Entre ellos, destaca una regla sencilla pero crucial: la regla de las cuatro horas. Un principio básico para garantizar que el agua que bebemos sea lo más segura posible, especialmente después de un período de inactividad en nuestras tuberías.
1LA REGLA DE LAS CUATRO HORAS: ¿MITO O REALIDAD?

La regla de las cuatro horas, como su nombre indica, establece que si un grifo ha permanecido cerrado durante cuatro horas o más, es recomendable dejar correr el agua del grifo durante unos 30 segundos antes de consumirla. Esta práctica, aparentemente sencilla, tiene como objetivo eliminar el agua que ha estado estancada en las tuberías y que, por lo tanto, puede haber acumulado sustancias no deseadas. Una medida preventiva que puede marcar la diferencia en nuestra salud.
El fundamento científico de esta regla se basa en el hecho de que el agua del grifo puede interactuar con los materiales de las tuberías, como el plomo, el cobre o el PVC, liberando pequeñas cantidades de estos elementos al agua. Cuanto más tiempo permanezca el agua en contacto con las tuberías, mayor será la concentración de estas sustancias. Por lo tanto, dejar correr el agua durante unos segundos permite eliminar esta agua contaminada y obtener agua fresca y segura. Un gesto simple para minimizar riesgos.
Es importante destacar que la regla de las cuatro horas no es una norma universalmente aceptada ni aplicada. Algunos expertos consideran que su importancia es relativa, ya que la calidad del agua del grifo depende de muchos factores, como la fuente de abastecimiento, el tratamiento que recibe el agua en la planta potabilizadora y el estado de las tuberías de cada edificio. Sin embargo, como medida de precaución, no está de más seguir esta recomendación, especialmente en edificios antiguos o con tuberías deterioradas. Un seguro de vida que no cuesta nada.