De todos es sabido que una de las obras claves de esta legislatura del Ayuntamiento de Madrid, dirigido por José Luis Martínez-Almeida, es el soterramiento de la A-5 que está dentro de la conocida como ‘Operación Campamento’.
Para denotar la importancia de este proyecto para el consistorio madrileño hay que ver quien es el responsable de forma directa del mismo, Borja Carabante, segundo teniente de alcalde y delegado del Área de Gobierno de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad. Hombre de máxima confianza de Almeida y que personalmente y a diario sigue la evolución de todo lo que rodea a este proyecto.
Una mega obra acompañada de otras en el suroeste de Madrid capital con el objetivo de «cambiar la cara» y mejorar una de las zonas más deprimidas y desgastadas de Madrid. Unas acciones urbanísticas y sociales que generan un gran benéfico para el día a día de los ciudadanos de esa parte de la capital, pero que también, durante la duración de las obras, genera grandes molestias a vecinos y usuarios de las carreteras de la zona, en especial de la A-5 y todas la poblaciones adyacentes a esa zona.

LA MOVILIDAD COMO OBSESIÓN
La movilidad de la zona y la comodidad de los madrileños es lo que más obsesiona al equipo de gobierno municipal. En este sentido, el Ayuntamiento de Madrid y la Consejería de Transportes e Infraestructuras han subrayado que el Plan de Movilidad, supervisado de forma personal por el citado Borja Carabante, y puesto en marcha por las obras de soterramiento de la A-5 «está funcionando», según trasladan desde las instituciones madrileñas.
Pero claro esta, unas obras de tal calado y que afecta a tantas personas y que tiene, hay que decirlo también, bastante calado e influencia de tinte político tiene a muchos de los usuarios de los municipios del suroeste de la Comunidad de Madrid que no están de acuerdo con el éxito de ese tan nombrado Plan de Movilidad.
Como ejemplo a esta situación hay que señalar que los más reivindicativos son Alcorcón, Móstoles, Arroyomolinos, Navalcarnero, El Alamo, Villaviciosa de Odón, Brunete, Quijorna y Sevilla la Nueva. Poblaciones que realmente son las más afectadas por sus vías de ida y vuelta hacia la capital, especialmente en los que se refiere a los transportes públicos. Con uno que especialmente belicoso como es el Ayuntamiento de Alcorcón.

ALCORCÓN EL MÁS «REBELDE» CON EL PLAN DE MOVILIDAD DE ALMEIDA
Fuentes cercanas al Ayuntamiento de Madrid señalan que la voz cantante de estas protestas es el consistorio de Alcorcón, con su alcaldesa socialista, Candelaria Testa, a la cabeza. Ambas instituciones han chocado desde el principio por la movilidad que hay y habrá entre ambas ciudades mientras dure las obras.
En referencia a esto, el choque más sonado es debido a la gratuidad de la R-5. Desde el consistorio alfarero se han ofrecido ha aportar al pago para que la R-5 sea gratuita. Pero el ayuntamiento de Madrid se niega en rotundo, señalando que debe ser el Gobierno central el que asuma el gasto completo, algo a lo que se oponen desde Moncloa con rotundidad, con Óscar Puente a la cabeza del Ministerio de Transporte y Movilidad Sostenible. El tema esta encallado y no tiene visos de solución inmediata, mientras tanto Alcorcón lidera al resto de municipios en muchas de estas reivindicaciones.

AUTOBUSES HASTA PRINCIPE PIO
Pero no es la única reivindicación desde Alcorcón y el resto de poblaciones del suroeste también se han propuesto que los autobuses que conectan la zona con la capital lleguen a la estación de Príncipe Pio, hasta ahora solo llegan a Cuatro Vientos un punto bastante más alejado del centro de la ciudad, algo que genera más molestias y retrasos a los usuarios. Desde el Ayuntamiento de Madrid se señala que el punto elegido es el citado Cuatro Vientos porque sirve de punto de conexión con la línea de C5 de Cercanías y con la Línea 10 de Metro.
Una decisión que en números se transmite en 28 líneas de autobuses interurbanas se han visto afectadas. De todas ellas, hasta 17 que tenían su cabecera en Príncipe Pío, aunque ahora terminan en Cuatro Vientos, donde, según el consistorio de la capital, los usuarios pueden optar por coger el metro o bien la línea C-5 de Cercanías, con el consiguiente mayor gasto de tiempo y el peligro de usar cercanías, un servicio que sufre muchas incidencias y que depende del ejecutivo central en este caso.
A todo esto hay que señalar que el intercambiador de Cuatro Vientos, según relatan muchos usuarios está colapsada en muchos momentos con el consiguiente peligro para la seguridad de los mismos. En la actualidad, el improvisado intercambiador ha quintuplicado el número de usuarios y no esta concebido como una estación central con el riesgo y las incomodidades que esa situación puede generar.
Por otor lado, la gigantesca dársena de Príncipe Pío esta infrautilizada algo que deja cojo al tan citado Plan de Movilidad de Almeida que deja saturado Cuatro Vientos, haciendo que los usuarios gasten más tiempo en el transportes hacia sus lugares de trabajo y hospitales en multitud de casos. El caso es que los municipios del suroeste de Madrid están enfadados y el de Alcorcón lidera el enfado contra Almeida.