El panorama de la seguridad en el comercio minorista español ha experimentado un cambio significativo en los últimos meses, evidenciando una nueva tendencia en los patrones de hurto. Los supermercados de todo el país están siendo testigos de un fenómeno sin precedentes que refleja la actual situación económica y social de España: el aceite de oliva se ha convertido en el producto más sustraído, desbancando al alcohol que tradicionalmente ocupaba este dudoso primer puesto. Este giro inesperado no solo revela las consecuencias directas del encarecimiento de los productos básicos, sino que también pone de manifiesto la presión económica que soportan muchos hogares españoles.
La situación actual no deja de ser paradójica y preocupante a partes iguales. El denominado «oro líquido», seña de identidad de la gastronomía española y pilar fundamental de la dieta mediterránea, se ha transformado en un artículo de lujo para muchas familias debido a su desmedido incremento de precio. Los datos proporcionados por las principales cadenas de distribución confirman esta nueva realidad: las botellas de aceite de oliva están siendo protegidas con sistemas antihurto similares a los utilizados en productos tecnológicos o alta gama, una imagen que hace apenas unos años habría resultado completamente inverosímil en los pasillos de nuestros supermercados.
3IMPACTO ECONÓMICO Y MEDIDAS DE PROTECCIÓN ADOPTADAS

Las cifras del sector revelan la magnitud del problema al que se enfrentan los supermercados. Las pérdidas asociadas al hurto representan aproximadamente el 1% del margen de beneficio de estas empresas, que en términos generales apenas alcanza el 2% anual. En términos absolutos, esto se traduce en cientos de millones de euros que desaparecen anualmente de las cuentas del comercio minorista, una sangría económica que inevitablemente acaba repercutiendo en el bolsillo del consumidor final mediante incrementos adicionales de precio.
Ante esta situación, los supermercados han implementado una batería de medidas de seguridad específicamente dirigidas a proteger el aceite de oliva. La colocación de sistemas antihurto directamente en las botellas, similar a los utilizados en bebidas alcohólicas premium, se ha convertido en una práctica habitual. Algunos establecimientos han optado por soluciones más drásticas, como colocar estos productos tras mostradores o vitrinas cerradas, limitando su acceso directo y convirtiendo la compra de aceite de oliva en un proceso similar al de adquirir tabaco o productos de electrónica de alto valor. El impacto visual de estas medidas no deja de ser llamativo y simbólico: un alimento básico tratado como artículo de lujo.