Mantener los electrodomésticos en perfecto estado se ha convertido en una obsesión para muchos hogares españoles. El lavavajillas representa uno de esos aliados indispensables en la cocina moderna que, a pesar de ahorrarnos tiempo y esfuerzo, requiere ciertos cuidados para seguir funcionando correctamente. Numerosos «trucos caseros» circulan por internet prometiendo soluciones milagrosas para su limpieza, destacando entre ellos el uso del bicarbonato, un método que, después de numerosas pruebas y contrastaciones por parte de expertos en mantenimiento doméstico, ha demostrado ser mucho menos eficaz de lo que se publicita.
La realidad es que existen alternativas mucho más efectivas y económicas para mantener este electrodoméstico como el primer día. El vinagre, ese humilde ingrediente presente en todas las cocinas españolas, combinado con un simple vaso, constituye la verdadera solución para eliminar la cal, los malos olores y los residuos acumulados en nuestro lavavajillas. Este método, avalado por técnicos de mantenimiento y respaldado por principios químicos básicos, no solo prolonga la vida útil del aparato sino que también mejora su rendimiento sin necesidad de recurrir a productos comerciales con precios desorbitados.
1LA FALSA PROMESA DEL BICARBONATO EN TU ELECTRODOMÉSTICO

Durante años, el bicarbonato de sodio se ha promocionado como el remedio universal para limpiar prácticamente cualquier superficie del hogar, incluyendo el interior del lavavajillas. Sin embargo, lo que pocos mencionan es que este producto, cuando se utiliza como único agente limpiador en zonas con alta concentración de cal o grasa acumulada, resulta insuficiente para eliminar por completo los residuos más persistentes. El problema principal radica en su limitada capacidad para disolver la cal, especialmente en zonas donde el agua tiene una dureza elevada, como ocurre en gran parte del territorio español.
Los supuestos beneficios del bicarbonato para limpiar el lavavajillas se han exagerado considerablemente, creando falsas expectativas entre los consumidores. Aunque posee ciertas propiedades abrasivas que pueden ayudar a eliminar suciedad superficial, su eficacia disminuye drásticamente cuando se enfrenta a incrustaciones calcáreas o residuos grasos adheridos a las zonas menos accesibles del electrodoméstico, como los brazos rociadores o los filtros. Además, su uso continuado puede incluso resultar contraproducente, ya que si no se aclara adecuadamente, puede dejar residuos que interfieran con el funcionamiento normal del aparato, algo que los defensores de este método raramente mencionan.