Los testimonios recabados por la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de Policía Nacional, de los padres y madres las niñas víctimas del supuesto cura pederasta del colegio El Encinar de la Moraleja son estremecedores. Los propios padres entrevistaron a sus hijas para saber qué había pasado exactamente con el padre Marcelino, un cura de los Legionarios de Cristo, capellán en el colegio al que van las denunciantes. Las niñas son muy pequeñas y en algunos casos lloran o se niegan a explicar con detalles lo ocurrido, pero poco a poco van relatándoselo a los padres, que acudieron a denunciar los hechos. La primera de esas niñas, que dio origen al comienzo del escándalo, le llegó a contar a su progenitor que el padre Marcelino «les baja los pantalones y las braguitas y les mete mano por dentro».
El relato, al que ha accedido MONCLOA, lo realizaba el padre de una niña el 6 de marzo en las dependencias de la Brigada Provincial de Policía Nacional en Madrid, había acudido a poner denuncia junto a la madre: «La niña siempre ha sido una niña risueña, pero que este curso, progresivamente, ha dejado de ser risueña, se ha vuelto más irascible, manifestando que grita sin motivo aparente, que tiene estallidos de ira y que ha comenzado a sentir terrores nocturnos, así como miedo a la oscuridad. Indica que este tipo de comportamientos y episodios han sido más recurrentes y evidentes a partir de las navidades», escribía el agente de la UFAM transcribiendo el relato del padre.
Los progenitores de la menor continuaron relatando al agente episodios de este tipo, dolores genitales manifestados por la menor como «me duele el chichi, pero que el dicente (padre) y la madre de la menor no le habían dado importancia, ya que a estas edades es muy frecuente este tipo de dolencias».
Lo primero que recordó el padre en comisaría sobre estos episodios nocturnos de la niña fue «una noche antes de que acabase el curso anterior, cuando una noche empezó a gritar diciendo que le habían tocado y estando la menor en «entresueños» se la llevaron a su cama y cuando fue consciente de que estaba con ellos, la niña les dijo que no pasaba nada, que lo había soñado».
«LLEGABA PAPÁ Y TIRÓ AL PADRE POR LA VENTANA»
Pero todo se destapó la noche del 5 de marzo de 2025, «cuando iban a acostar a la menor, al apagarle la luz se percataron de que la niña se habia puesto muy nerviosa diciendo que «no se quería dormir por cosas que le habían pasado». Los progenitores le preguntaron que si de lo que tenía miedo era de algún sueño, diciéndole que no pasaba nada, que a veces los sueños eran «muy reales», diciéndola también que si había pasado de verdad no pasaba nada. Empezó contando un sueño de «malos»,con el que hiló el otro en el que les contó muy nerviosa que soñó que «tenía frío y que el padre Marcelino le quemaba el chichi con fuego, y que llegaba papá y que tiró al Padre por la ventana»».
Luego los padres intentaron calmar a la pequeña y el padre decidió sacar su teléfono móvil y comenzar a grabar su relato: «Al principio no se atrevía a contarlo completamente y empezó diciendo que «el padre Marcelino a veces nos molesta» (…) En definitiva, le decía que hicieran cosas malas sin contarlo, que eran secretos (…)».
Luego siguió hablando de otras menores y de como el padre Marcelino se llevó desde el patio de arriba al de abajo a sus compañeras (…). Y que en ese momento se dio cuenta de que les estaba pasando lo mismo que a ellas y que además lo había hablado con ellas. Entonces siguió contando que en el segundo patio (de 13.00 a 14.00) el padre Marcelino se la llevaba a ella junto con (…) al baño, donde éste «les baja el pantalón un poco, les mete la mano por dentro de las braguitas y les toca sus partes»» y añadió que «»el padre Marcelino nos baja del todo los pantalones y las braguitas hasta abajo y no quiero que me haga eso». Junto a esto, le dice que si intentan irse, les chista y les dice «dónde vas, ven aquí»».
El padre Marcelino está en libertad con una orden de alejamiento del colegio y de las menores y la retirada del pasaporte. Las próximas diligencias será la toma de declaraciones a dos de las profesoras del centro a quienes las menores refieren haberles contado todo esto pero que, sin embargo, no lo pusieron en conocimiento de la Policía.