«Buenas tardes. Queremos comunicaros que hay circulando en internet un vídeo de la declaración del P. Marcelino. Seguramente os haya llegado u os llegará. Su visionado puede herir vuestra sensibilidad. Nosotros hemos decidido no compartirlo porque queremos mantenernos en el objetivo: recuperar la seguridad de nuestros hijos en el colegio. Ese es nuestro compromiso con todos vosotros. ¡Aquí seguimos!». Este es el mensaje que desde la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) del colegio Encinar de la Moraleja se está difundiendo desde el lunes por whatsapp al resto de padres del colegio.
Sin embargo, el AMPA, un organismo estrechamente ligado al colegio y a su dirección, no dice nada sobre la detención del padre Marcelino el pasado 6 de marzo, ni los motivos de la misma, que son, según la fiscal, «cinco delitos de agresión sexual a menor de 16 años con penetración previstos y penados en art. 181,2 t 4 CP y ha solicitado la prisión provisional comunicada y sin fianza del investigado y subsidiariamente la adopción de medidas cautelares consistentes en prohibición de acercarse a menos de 500 metros del centro escolar, a menos de 500 metros de las menores así como prohibición de comunicar con las mismas, prohibición de salida de territorio nacional, obligación de entrega de pasaporte y prohibición de realizar actividades que impliquen contacto regular y directo con menores de edad».
Las víctimas, hijas pequeñas de padres que depositaron su confianza en una educación religiosa, relataron las agresiones sufridas y señalaron siempre a la misma persona, el padre Marcelino, un cura que durante muchos años fue asistente personal de Marcial Maciel, fundador de Los Legionarios de Cristo ya fallecido y acusado de abusar de 60 menores durante años, aunque nunca fue procesado por estos hechos pero sí condenado por El Vaticano. El padre Marcelino era, hasta su detención, el capellán del colegio pero no daba clase a las niñas.
La investigación de la Policía Nacional se inició tras la denuncia de los padres de una de las menores que situó los hechos entre abril de 2024 y marzo de 2025. Esa primera menor relató, según el escrito de Fiscalía, que «no podía dormir por cosas que le habían pasado, habló de sueños «malos», preguntada con mayor detalle dijo que «el padre Marcelino a veces nos molesta», les dice a sus amiguitas y a ella que tenían que hacer como bromas, que hicieran cosas malas sin contarlo, que eran secretos. Que el padre Marcelino muchas veces en los recreos les lleva a sitios secretos».
El cura prestó declaración el pasado 8 de marzo, aunque solo respondió a las preguntas de su abogado y haciendo referencia constantemente a sus padres mayores y enfermos. El sacerdote negó todos los hechos de los que está acusado y cuando su abogado le preguntó «¿por qué denuncian los padres?». «Estoy perplejo desde que lo supe, estoy en shock. Le he dado mil vueltas y no encuentro un por qué» y luego culpó de su situación a que «hace año y medio se creó un revuelto en el colegio por un artículo de 2014 que hablaba de que yo había sido secretario del fundador (Marcial Maciel). Es mi única explicación».
Tras las primeras denuncias llegaron otras cuatro y lo cierto es que las niñas relataron hechos y abusos similares y para los investigadores su corta edad hace difícil que se hayan puesto de acuerdo para acusar de los mismos hechos al sacerdote.
De momento, la juez puso en libertad al padre Marcelino, pero le prohibió «aproximarse a menos de 500 metros del colegio donde prestaba servicio al igual que a las seis menores que denunciaron los hechos, así como comunicarse con ellas por cualquier medio o procedimiento y prohibición de realizar cualquier actividad que implique contacto regular y directo con menores de edad, así como prohibición de salida de territorio nacional, con obligación de entrega del pasaporte si lo tuviera o en expedición del mismo», según el auto dictado por la juez de Instrucción 7 de Madrid.