La desesperación de ver cómo se congela una videollamada importante o cómo una simple página web tarda una eternidad en cargar es una de las experiencias más frustrantes de la era digital. La conexión WiFi se ha convertido en un servicio básico en nuestros hogares, pero a menudo experimenta problemas de velocidad que atribuimos erróneamente a nuestro proveedor de internet o al router. Lo que muchos desconocen es que ciertos electrodomésticos cotidianos pueden ser los auténticos saboteadores de nuestra señal inalámbrica.
Resulta sorprendente descubrir que, entre los principales culpables de una conexión deficiente, se encuentran dos electrodomésticos presentes en prácticamente todas las cocinas españolas: el horno microondas y la nevera. Estos aparatos, en apariencia inofensivos y sin relación alguna con nuestras comunicaciones, pueden estar interfiriendo silenciosamente con las ondas que transportan nuestros datos por el aire. El fenómeno no es nuevo para los expertos en telecomunicaciones, pero sí desconocido para la mayoría de usuarios que sufren día tras día problemas de conectividad sin encontrar una explicación convincente.
2LA NEVERA: UN OBSTÁCULO FÍSICO Y ELECTROMAGNÉTICO

Por otro lado, la nevera representa una amenaza doble para nuestra conexión inalámbrica. En primer lugar, se trata de un electrodoméstico de gran tamaño compuesto principalmente por metal, material que actúa como una barrera física para las ondas electromagnéticas que transportan nuestra señal WiFi, creando lo que los técnicos denominan «zonas de sombra». Si el router está ubicado en la cocina, como ocurre en muchas viviendas españolas, y la nevera se interpone entre este y los dispositivos que queremos conectar, experimentaremos una notable reducción en la calidad de la conexión.
Además del obstáculo físico, el motor del compresor de la nevera genera interferencias electromagnéticas cada vez que se pone en marcha, lo que coincide con esos momentos misteriosos en los que nuestra navegación se ralentiza sin motivo aparente durante breves períodos de tiempo. Los modelos más antiguos tienden a causar mayor interferencia, pero incluso los frigoríficos de última generación pueden afectar al rendimiento de nuestra red WiFi si están ubicados estratégicamente en el peor lugar posible: entre el router y nuestros dispositivos.