La desesperación de ver cómo se congela una videollamada importante o cómo una simple página web tarda una eternidad en cargar es una de las experiencias más frustrantes de la era digital. La conexión WiFi se ha convertido en un servicio básico en nuestros hogares, pero a menudo experimenta problemas de velocidad que atribuimos erróneamente a nuestro proveedor de internet o al router. Lo que muchos desconocen es que ciertos electrodomésticos cotidianos pueden ser los auténticos saboteadores de nuestra señal inalámbrica.
Resulta sorprendente descubrir que, entre los principales culpables de una conexión deficiente, se encuentran dos electrodomésticos presentes en prácticamente todas las cocinas españolas: el horno microondas y la nevera. Estos aparatos, en apariencia inofensivos y sin relación alguna con nuestras comunicaciones, pueden estar interfiriendo silenciosamente con las ondas que transportan nuestros datos por el aire. El fenómeno no es nuevo para los expertos en telecomunicaciones, pero sí desconocido para la mayoría de usuarios que sufren día tras día problemas de conectividad sin encontrar una explicación convincente.
1EL MICROONDAS: EL ENEMIGO INVISIBLE DE TU RED INALÁMBRICA

El horno microondas es quizás el interferente más potente y reconocido en el ámbito de las redes inalámbricas domésticas. Este electrodoméstico, presente en más del 90% de los hogares españoles, funciona generando ondas electromagnéticas a una frecuencia aproximada de 2,45 GHz, sorprendentemente similar a la que utiliza la banda estándar del WiFi, lo que provoca una competencia directa por el espacio radioeléctrico. Cuando encendemos el microondas para calentar la comida, inconscientemente estamos creando una tormenta electromagnética que puede reducir drásticamente la velocidad de nuestra conexión o incluso interrumpirla por completo.
Los hornos microondas modernos cuentan con un blindaje que debería contener estas radiaciones, pero con el paso del tiempo o debido a fabricaciones defectuosas, muchos aparatos presentan pequeñas fugas que son suficientes para entorpecer la comunicación entre nuestros dispositivos y el router, especialmente si ambos están ubicados a poca distancia. La buena noticia es que esta interferencia sólo se produce mientras el microondas está en funcionamiento, por lo que el problema es temporal y fácilmente identificable si prestamos atención a cuándo ocurren las caídas de velocidad en nuestra red WiFi.