Miles de conductores madrileños y visitantes experimentan a diario la desagradable sorpresa de recibir una multa en su domicilio semanas después de circular por las principales vías de la capital. El radar ubicado en el kilómetro 20,2 de la A-4 se ha convertido en el dispositivo de control de velocidad más implacable de toda España, batiendo récords de sanciones mes tras mes y generando importantes ingresos para las arcas públicas. Su estratégica ubicación cerca de Mercamadrid, en una zona de intenso tráfico comercial y particular, ha transformado este punto en una auténtica pesadilla para los conductores que, muchas veces ajenos a su existencia, superan los límites permitidos.
Las cifras resultan verdaderamente impactantes cuando se analizan en detalle y explican por qué este dispositivo se ha ganado a pulso su inquietante reputación. Con más de 300 multas diarias de media, este radar madrileño representa un caso único en el panorama nacional de seguridad vial, superando ampliamente a los dispositivos instalados en otras grandes urbes como Barcelona, Valencia o Sevilla. Los datos oficiales confirman que su recaudación anual supera los siete millones de euros, una cantidad que ha despertado el debate sobre la verdadera finalidad de estos mecanismos de control: ¿estamos ante un instrumento para mejorar la seguridad vial o simplemente frente a una eficaz herramienta recaudatoria ubicada estratégicamente para maximizar las sanciones?
1EL CAZADOR INVISIBLE DE LA A-4: ANATOMÍA DEL RADAR MÁS LETAL

La ubicación de este temido radar no es casual y responde a un meticuloso estudio de los flujos de tráfico en la capital española. Instalado en el punto kilométrico 20,2 de la autovía A-4, popularmente conocida como Carretera de Andalucía, este dispositivo controla una de las principales vías de acceso sur a Madrid, captando diariamente el paso de más de 80.000 vehículos que transitan por este corredor estratégico que conecta la capital con Mercamadrid y poblaciones del sur metropolitano. Su posición resulta especialmente peligrosa para los conductores porque se encuentra en un tramo donde el límite de velocidad cambia de 90 a 70 km/h, una reducción que muchos automovilistas no perciben a tiempo, especialmente quienes no circulan habitualmente por la zona.
La tecnología empleada por este radar supera con creces los sistemas convencionales utilizados en otros puntos de la geografía española. Se trata de un radar de última generación tipo Multaradar C, capaz de registrar excesos de velocidad en ambos sentidos de la circulación y de fotografiar hasta 32 vehículos simultáneamente, procesando las imágenes de forma instantánea y enviándolas directamente al centro de gestión de sanciones sin necesidad de intervención humana para su validación preliminar. Este modelo incorpora además filtros especiales que le permiten funcionar eficazmente en condiciones climatológicas adversas, como lluvia intensa o niebla, situaciones en las que radares más antiguos presentan importantes limitaciones operativas.
La instalación de este dispositivo respondió inicialmente a la elevada siniestralidad que presentaba este tramo específico de la A-4, con varios accidentes graves registrados entre 2017 y 2018. Sin embargo, su configuración actual ha sido objeto de críticas por parte de asociaciones de conductores que consideran que su calibración está orientada más a la captación masiva de infracciones leves que a la prevención de comportamientos realmente peligrosos para la seguridad vial. El radar está configurado para activarse cuando se supera el límite establecido en tan solo 5 km/h, un margen considerablemente más estricto que el aplicado en otros puntos de control donde la tolerancia suele situarse en el 10% sobre la velocidad máxima permitida.