viernes, 14 marzo 2025

Si notas esto en tu nariz, podría ser la primera pista del Parkinson

Los primeros indicios de enfermedades neurodegenerativas suelen manifestarse de formas sutiles que pasan desapercibidas para la mayoría de las personas. El Parkinson, una de las patologías neurológicas más comunes después del Alzheimer, puede comenzar a dar señales de alarma mucho antes de que aparezcan los temblores característicos que todos asociamos con esta enfermedad. Estas manifestaciones tempranas, frecuentemente ignoradas por considerarse problemas menores o atribuibles al envejecimiento natural, podrían ser determinantes para un diagnóstico precoz que mejore significativamente la calidad de vida del paciente.

Investigaciones recientes han revolucionado la comprensión médica sobre cómo se desarrolla esta enfermedad en sus etapas iniciales. Sorprendentemente, la nariz podría ser la primera en advertirnos sobre el Parkinson, mucho antes de que cualquier síntoma motor se manifieste. La pérdida del sentido del olfato, conocida médicamente como hiposmia o anosmia, no constituye simplemente un inconveniente sensorial menor, sino que representa uno de los indicadores más tempranos y fiables de esta patología neurológica progresiva. Este fenómeno, documentado en numerosos estudios científicos realizados durante la última década, está cambiando la forma en que médicos y neurólogos abordan la detección temprana de una enfermedad que afecta a más de siete millones de personas en todo el mundo.

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¿POR QUÉ LA NARIZ NOS ALERTA ANTES QUE LOS MÚSCULOS?

Fuente Freepik

La explicación científica detrás de esta conexión entre olfato y Parkinson reside en la teoría propuesta por el neurólogo alemán Heiko Braak, quien sugirió un modelo de progresión de la enfermedad que comienza en el sistema nervioso periférico. Según esta hipótesis, las proteínas anómalas características del Parkinson iniciarían su acumulación en el bulbo olfatorio y el intestino, propagándose posteriormente hacia el tronco cerebral y finalmente alcanzando la sustancia negra, región responsable del control motor cuya afectación produce los síntomas visibles de la enfermedad. Este recorrido explicaría por qué los problemas olfativos y gastrointestinales preceden, a menudo por años, a las manifestaciones motoras.

Estudios de neuroimagen han confirmado que los pacientes con hiposmia sin síntomas motores pero con riesgo de desarrollar Parkinson presentan anomalías en las vías dopaminérgicas del cerebro similares a las observadas en fases iniciales de la enfermedad. Esta evidencia refuerza la teoría de que la patología comienza mucho antes de lo que tradicionalmente se pensaba, abriendo una ventana de oportunidad diagnóstica durante ese periodo premotor que podría revolucionar las estrategias de tratamiento precoz. Los avances en técnicas de detección de biomarcadores nasales prometen convertir este conocimiento en herramientas prácticas para el cribado poblacional, especialmente en personas con antecedentes familiares o factores de riesgo genético para desarrollar Parkinson, maximizando las posibilidades de intervención temprana.