Hay recetas que parecen pensadas especialmente para resolver esos momentos en que nos apetece algo dulce sin complicaciones. Sin duda, el budín de pan es una de ellas. Su sencillez, su sabor casero y la facilidad con que se prepara lo han convertido en un clásico que, lejos de pasar de moda, recupera protagonismo en tiempos en que buscamos soluciones rápidas, económicas y deliciosas. Este postre tradicional tiene además la virtud de aprovechar ingredientes que siempre tenemos en casa, lo que lo convierte en un recurso culinario imprescindible.
Hablar del budín de pan es evocar sabores de la infancia y aromas familiares que recorren las cocinas españolas desde hace generaciones. Es posible encontrar decenas de variantes en libros de recetas, pero ninguna tan sencilla como la que hoy presentamos: con solo cuatro ingredientes básicos y comunes, cualquiera puede preparar un postre sabroso y reconfortante. Esta receta, además de práctica, permite personalizaciones infinitas, porque admite acompañamientos y matices que se ajustan perfectamente al gusto de cada casa.
3PREPARARLO ES TAN SENCILLO COMO PARECE
Si hay una receta que merece llevar la etiqueta de “fácil y rápida”, es precisamente esta. Preparar un budín de pan no exige habilidades avanzadas en la cocina, sino todo lo contrario: es ideal incluso para principiantes o personas con poco tiempo. Bastará con remojar el pan en leche para ablandarlo, mezclarlo con los huevos batidos y el azúcar hasta obtener una pasta homogénea y hornear hasta que cuaje.
Lo verdaderamente práctico del budín de pan es que su elaboración no requiere utensilios específicos. Un bol grande, una cuchara para mezclar y un molde apto para horno son más que suficientes. Además, es posible cocinarlo al baño María para asegurar una textura todavía más delicada, aunque no es imprescindible. La receta admite tanto el horno convencional como otros electrodomésticos modernos como la freidora de aire.
Otro punto a favor de este postre es que se puede preparar con antelación, guardándose perfectamente en el frigorífico durante varios días. De hecho, muchos coinciden en que gana sabor y textura después de un reposo frío. A la hora de servir, el budín de pan puede tomarse a temperatura ambiente, templado o incluso frío, acompañado de frutas frescas, nata montada o algún sirope ligero.