Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, la mente empieza a divagar, soñando con unos días de descanso y desconexión. El problema, como suele ocurrir, es el bolsillo. Planificar unas escapadas que no dejen la cuenta bancaria temblando se convierte, a veces, en una misión imposible. Sin embargo, existen destinos que, sin renunciar a la belleza y el encanto, ofrecen la posibilidad de disfrutar de unas vacaciones inolvidables a precios asequibles.
Praga, Budapest y Menorca son tres ejemplos de ello. Estas tres joyas europeas (y una nacional) ofrecen paisajes de ensueño, una rica historia y cultura, y una gastronomía deliciosa, todo ello sin necesidad de gastar una fortuna. Si buscas unas escapadas que te permitan desconectar de la rutina, sumergirte en nuevas culturas y crear recuerdos imborrables, sigue leyendo. Estas tres opciones te sorprenderán.
2BUDAPEST, EL BALNEARIO IMPERIAL A TU ALCANCE
Budapest, la capital de Hungría, es una ciudad que combina la elegancia imperial con la modernidad y la vitalidad. Dividida en dos por el río Danubio (Buda y Pest), la ciudad ofrece una gran variedad de atractivos turísticos, desde los famosos balnearios termales hasta el imponente Parlamento, pasando por el Castillo de Buda y el Bastión de los Pescadores. Budapest es una ciudad que enamora a primera vista, con sus edificios majestuosos, sus puentes emblemáticos y su ambiente cosmopolita.
Al igual que Praga, Budapest es una ciudad relativamente asequible para el bolsillo español. El alojamiento, la comida y el transporte son más baratos que en España, lo que te permitirá disfrutar de tu escapada sin gastar una fortuna. Puedes encontrar hoteles y apartamentos a precios muy competitivos, y comer en restaurantes tradicionales húngaros por mucho menos de lo que te costaría en Madrid o Barcelona. Además, los balnearios termales de Budapest son famosos por sus propiedades curativas y sus precios asequibles.
Para ahorrar en tu escapada a Budapest, te recomiendo utilizar el transporte público, que es eficiente y económico. Puedes comprar billetes sencillos o abonos de varios días, que te permitirán moverte por la ciudad de forma cómoda y rápida. También te recomiendo visitar los mercados locales, donde podrás encontrar productos frescos y artesanía a precios muy razonables. Y, por supuesto, no puedes marcharte de Budapest sin probar el goulash, el plato nacional húngaro.