Qué ver en la calle más extensa de Madrid, con más de diez kilómetros de encanto urbano

Cuando el clima comienza ser amable pasear por Madrid es una buena alternativa, no sólo para turistas. Quien quiera disfrutar de lo mejor de Madrid no debe pasar por alto la Calle de Alcalá, una de las principales de la ciudad con una longitud de 11 kilómetros. Aunque parezca extensa para hacer un paseo, este sitio posee una serie de spots únicos que deslumbrarán a cualquier visitante y harán que el tiempo no pase. Con edificios históricos y rincones de ensueño, la Calle de Alcalá es uno de los sitios perfectos para disfrutar en compañía y descubrir todos los secretos de la ciudad.

Esta arteria comercial y turística de Madrid comienza en la Puerta del Sol y se extiende hasta el barrio de Rejas, en el distrito de San Blas-Canillejas. A lo largo de su historia, este sitio fue conocido como la calle de Los Olivares pero en el siglo XIX fue reconocida como la de «los banqueros». Recorrerla significa conocer el interior de la ciudad y también sus sitios históricos más importantes por lo que, para los extranjeros que la elijan, deben estar preparados para deslumbrarse con un recorrido único.

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Un fenómeno arquitectónico y religioso en Madrid

Fuente: Pexels

El recorrido de la calle de Alcalá es deslumbrante para los turistas corrientes pero también para los expertos en la arquitectura. Aquí se puede encontrar una de las construcciones más llamativas de esta zona que corresponde al Edificio del Banco de Bilbao. Esta obra fue levantada entre 1920 y 1923 y sigue la curva de la calle, por lo que lo hace muy particular y llamativo en su fachada curva. Más allá de estos emblemas de la cultura española, en este paseo también se encuentran iglesias. Una de las más conocidas es la Iglesia de la Calatrava, que es del siglo XVII y que fue mandada construir por Felipe IV.

Este templo cuenta con una fachada rosada y también con un rosetón bien llamativo. Este sitio tiene una leyenda que lo caracteriza y es que, tal como dicen los mitos, su obra se debe a que Felipe IV tenía una amante que residía en este mismo lugar, donde ahora se encuentra la iglesia. Con ella, el monarca tuvo un hijo que murió a los 8 años de edad. Por este triste motivo, es que el Rey ordenó levantar un monasterio al que llamó Convento de la Concepción Real.