Los dos rituales que libran a tu coche de la ITV

La normativa española esconde un tesoro jurídico para los amantes del motor: aquellos vehículos clasificados como históricos con antigüedad superior a sesenta años desde su fabricación o primera matriculación, así como los ciclomotores clasificados como históricos con independencia de su antigüedad, quedarán exentos de someterse a la inspección técnica de vehículos. Esta excepción no es un capricho legislativo, sino un reconocimiento al valor patrimonial de automóviles y motocicletas que han sobrevivido al paso del tiempo. Para muchos, supone una liberación de los rigores anuales de la ITV, pero también implica una responsabilidad: mantener viva la esencia de máquinas que son, en sí mismas, fragmentos de historia rodante.

La clave reside en la categorización como «vehículo histórico», un sello que trasciende lo meramente administrativo. No se trata solo de eludir una revisión técnica, sino de preservar un legado industrial y cultural que define épocas y avances tecnológicos. España, con su creciente comunidad de coleccionistas, ha ido adaptando sus normativas para equilibrar seguridad vial y conservación. Sin embargo, el proceso para obtener esta clasificación no está exento de requisitos burocráticos y criterios estrictos, lo que convierte la exención de la ITV en un privilegio reservado a quienes demuestran un compromiso auténtico con la conservación.

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CICLOMOTORES HISTÓRICOS: LA EXENCIÓN SIN LÍMITES TEMPORALES

Mientras los coches deben esperar seis décadas para ser considerados históricos, los ciclomotores disfrutan de un trato preferencial. La ley no exige una antigüedad mínima, sino que basta con acreditar su relevancia técnica, cultural o industrial. Esto permite que modelos emblemáticos como la Vespa o la Derbi Antorcha, producidos en los años 70 u 80, obtengan la catalogación sin necesidad de alcanzar los 60 años. Un reconocimiento que refleja su impacto en la movilidad urbana española.

El proceso de homologación para ciclomotores sigue pautas similares a las de los automóviles. Se requiere presentar documentación histórica, como catálogos de época o pruebas de participación en eventos relevantes, que demuestren su singularidad. Además, deben conservar al menos el 80% de sus componentes originales, incluyendo motor, chasis y elementos estéticos clave. La DGT colabora con federaciones de vehículos clásicos para evaluar estas solicitudes, garantizando que solo los modelos auténticamente significativos accedan a la exención.

Esta ventaja legal ha revitalizado el mercado de los ciclomotores clásicos. Talleres especializados en restauración han surgido en ciudades como Barcelona o Madrid, ofreciendo servicios que van desde la recuperación de piezas hasta la reproducción fidedigna de pinturas originales. Para muchos coleccionistas, la exención de la ITV no es solo un beneficio práctico, sino un incentivo para rescatar modelos que, de otro modo, acabarían desguazados. Así, la normativa actúa como catalizador de la preservación cultural.