Este pueblo medieval es el favorito de National Geographic para disfrutar en febrero

Enclavado en el corazón de la Sierra de Francia, en la provincia de Salamanca, se encuentra La Alberca, un pueblo medieval que parece detenido en el tiempo. Reconocido por National Geographic como uno de los destinos imprescindibles para visitar en febrero, este rincón de España combina historia, tradición y naturaleza en un entorno único. Sus calles empedradas, sus casas de arquitectura tradicional y su atmósfera tranquila lo convierten en un lugar perfecto para una escapada invernal.

Febrero es el mes ideal para descubrir La Alberca, cuando el frío de la sierra envuelve el pueblo en un halo mágico y sus paisajes se tiñen de tonos invernales. Además, su rica oferta cultural y gastronómica, junto con la hospitalidad de sus habitantes, hacen de este destino una experiencia inolvidable. A continuación, exploramos las razones por las que La Alberca es el lugar perfecto para disfrutar de una escapada en febrero.

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LA GASTRONOMÍA DE LA ALBERCA: UN FESTÍN PARA LOS SENTIDOS

La Alberca no solo destaca por su belleza y su historia, sino también por su rica gastronomía, que es un reflejo de la tradición y los sabores de la Sierra de Francia. En febrero, cuando el frío invita a disfrutar de platos contundentes y reconfortantes, este pueblo se convierte en un paraíso para los amantes de la buena mesa.

Uno de los productos estrella de la zona es el jamón ibérico de bellota, elaborado con cerdos criados en libertad en las dehesas de Salamanca. Este manjar, considerado uno de los mejores del mundo, es un imprescindible en cualquier visita a La Alberca. Además, los embutidos como el chorizo, el lomo o el salchichón son también protagonistas de la gastronomía local.

Los guisos y platos de cuchara son otro de los grandes atractivos culinarios de La Alberca. El hornazo, una empanada rellena de embutidos, y las patatas meneás, un plato sencillo pero lleno de sabor, son algunas de las especialidades que no puedes dejar de probar. Y para los más golosos, los dulces tradicionales como las perrunillas o los mantecados son el broche perfecto para una comida inolvidable.